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<strong>De</strong>sarrollo del ego<br />
Volviendo sucintamente a la teoría psicoanalítica del desarrollo<br />
del ego, hay que destacar que se ha dicho que la mujer<br />
tiene una «estructura del ego más permeable» o unas «fronteras<br />
del ego menos rígidas» que el hombre. El propio Freud dijo que<br />
las mujeres tenían un super-ego menos evolucionado; aparentemente<br />
a modo de menosprecio. En teoría, el ego y el super-ego<br />
se desarrollan en relación a la realidad (o sea, a la realidad tal<br />
como la define nuestra cultura) y a las demandas que ésta<br />
formula al individuo. <strong>La</strong> realidad formula tales demandas porque<br />
toda persona está supuestamente dotada para ser un vivo<br />
representante de su cultura y de sus normas.<br />
<strong>La</strong>s teorías psicoanalíticas imperantes sobre el ego o superego<br />
más débil de las mujeres reflejan el hecho de que ellas<br />
carecen por completo de tal cosa, tal como se emplea hoy en día<br />
dicho término. <strong>La</strong>s mujeres no entran en este cuadro igual que<br />
los hombres. No tienen ni el derecho ni el deber de ser representantes<br />
perfectos de la cultura. Tampoco se les ha concedido el<br />
derecho a actuar y juzgar sus propias acciones en función del<br />
beneficio directo para ellas. Ambos derechos parecen esenciales<br />
para el desarrollo del ego y del super-ego. Esto no significa que<br />
las mujeres carezcan de principios rectores o que no se relacionen<br />
con «una realidad» de forma concreta. Pero la realidad de<br />
la mujer está enraizada en el intento de «amoldarse» a la forma<br />
de una persona beneficiosa para los demás. Así sólo ven sus<br />
propias acciones en la medida en que los otros hagan de mediadores.<br />
Esta experiencia se inicia con el nacimiento y continúa<br />
durante toda la vida. A partir de ella la mujer desarrolla una<br />
estructura psíquica a la que podría resultar inadecuado aplicar<br />
el término ego tal como se emplea corrientemente.<br />
Lo que estamos sugiriendo es que el principio rector en la<br />
vida de la mujer no es la relación directa con la realidad, dado<br />
que ésta es algo definido culturalmente. Tampoco es la mediación<br />
entre las propias pulsiones y la realidad (fuente del desarrollo<br />
del ego). En lugar de eso, la mujer se ha visto implicada