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Reivindicación del conflicto<br />
El conflicto ha sido un tema tabú para la mujer por motivos<br />
clave. Se suponía que ellas eran las mediadoras, facilitadoras,<br />
adaptadoras y tranquilizadoras por excelencia. Sin embargo el<br />
conflicto es necesario para que la mujer construya su futuro.<br />
Todos nosotros, pero especialmente las mujeres, aprendemos<br />
a ver el conflicto como algo malo y atemorizante. Estas<br />
connotaciones las ha asignado el grupo dominante y han oscurecido<br />
su necesidad. Es más, han oscurecido la naturaleza fundamental<br />
de la realidad; el hecho de que, en su sentido más<br />
básico, el conflicto es inevitable, fuente de todo crecimiento y<br />
absolutamente necesario para mantenerse vivo.<br />
A medida que las mujeres aprendan a emplearlo, realizarán<br />
dos tareas fundamentales: primero escaparán de la trampa del<br />
conflicto «amañado» -determinado en términos establecidos<br />
por los demás, que garantizan que perderá la mujer- y al<br />
mismo tiempo aclararán el concepto de que es un hecho inevitable<br />
de la vida y no es malo en absoluto.<br />
Ya he afirmado que el intento del grupo dominante de<br />
ignorar y negar la existencia de ciertos conflictos y problemas<br />
fundamentales no resueltos le ha llevado a emplear a las mujeres<br />
como depositarías convenientes de esos aspectos de la vida.<br />
(Me refiero al plano social, aunque esto también es cierto en un<br />
nivel más personal e íntimo.) Al hacerlo así, el grupo dominante<br />
tiende a decir que «las cosas son como son» y que «tal como<br />
son ya están bien». Lo que encontró el psicoanálisis, en lugar de<br />
esto, es que las cosas no son lo que se dice que son. Son