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Psicologia De La Mujer

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a los demás miembros de su grupo tan destructivamente como<br />

los dominadores. Unos cuantos pueden desarrollar la cualidad<br />

valorada en éstos y ser aceptados parcialmente en el grupo<br />

dominante. Normalmente no se los acepta del todo, o sólo si<br />

están dispuestos a renunciar a su identificación con los otros<br />

miembros de su grupo de dominados. Los «Tíos Tom» y ciertas<br />

mujeres profesionales se han visto a menudo en este caso.<br />

(Siempre hay unas pocas mujeres que se han ganado la alabanza<br />

supuestamente encarnada en la frase «piensa como un hombre».)<br />

En la medida en que los subordinados progresen hacia una<br />

expresión y acción más libre pondrán en evidencia la desigualdad<br />

y cuestionarán la base de su existencia. Convertirán el<br />

conflicto inherente en explícito. Tendrán entonces que cargar<br />

con el peso de ser definidos como «agitadores» y afrontar los<br />

riesgos que ello conlleva. Dado que este rol choca con su propia<br />

condición, los subordinados (especialmente las mujeres) no lo<br />

sobrellevan con facilidad.<br />

Lo que resulta inmediatamente evidente a partir del estudio<br />

de las características de los dos grupos es que no es probable<br />

que se dé una interacción mutuamente enriquecedora entre<br />

desiguales. <strong>De</strong> hecho, el conflicto es inevitable. <strong>La</strong>s preguntas<br />

importantes, entonces, son: ¿quién define el conflicto? ¿Cuándo<br />

resulta explícito o encubierto? ¿Respecto a qué cosas se plantea?<br />

¿Puede ganar alguien? ¿Es el conflicto «malo» por definición?<br />

¿En caso de que no, qué hace que sea productivo o destructivo?

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