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Es diferente producir incomodidad o malestar cuando se<br />
tiene la convicción de que hay una razón válida para ello, o si<br />
se puede identificar el derecho a hacerlo. Más aún, si uno tiene<br />
alguna forma de conceptualizar y comprender los hechos -aunque<br />
no siempre esté seguro- puede estar psicológicamente preparado<br />
para arriesgarse a causar incomodidad. Sin embargo,<br />
cuando sólo podemos pensar en función de la cultura dominante,<br />
y cuando esa cultura no sólo no presta atención a nuestras<br />
propias experiencias sino que las niega y devalúa específicamente,<br />
no nos deja alternativa para conceptualizar nuestras<br />
vidas. Bajo tales circunstancias, una mujer casi siempre se ha<br />
de enfrentar al sentimiento global indeterminado de que debe<br />
de estar equivocada. Ruth, por ejemplo, cuyo marido empezaba<br />
un nuevo trabajo, estaba en esa posición.<br />
Todos estos mecanismos, y más, ocultan la situación real de<br />
desigualdad que afecta a la mujer. El «y más» se deriva del<br />
hecho de que ninguna persona puede experimentar semejante<br />
cuestionamiento y negación de su propia experiencia sin reaccionar<br />
ante él simultáneamente. Uno se siente herido o, peor<br />
aún, siente la amenaza de la aniquilación de su ser completo.<br />
También se encoleriza, pero no tiene dónde verter esta cólera ni<br />
cómo entenderla. <strong>La</strong> rabia añade más elementos al sentimiento<br />
de estar equivocado. Uno levanta una montaña de emociones<br />
negativas, y se siente no sólo equivocado sino -lo que resulta<br />
más aterrador- malo y malvado.<br />
<strong>La</strong> cultura masculina ha creado una mitología sorprendentemente<br />
desarrollada alrededor de la idea de la maldad femenina;<br />
Eva, la caja de Pandora, etc. Toda esta mitología parece<br />
estar claramente ligada a los problemas no resueltos de los<br />
hombres, las cosas que ellos temen encontrar si abren la caja<br />
de Pandora. <strong>La</strong>s mujeres, mientras tanto, han estado preparadas<br />
para mantenerse firmes y dispuestas a aceptar esta maldad.<br />
Se encuentran así atrapadas sin ningún poder, en una<br />
situación que conduce al fracaso. No sólo se sienten fracasadas<br />
sino que llegan a creer que el fracaso confirma su maldad más<br />
aún. (En nuestra sociedad, especialmente, tendemos a incor