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chas áreas de la cultura dominante que lamentan este cautiverio<br />
masculino. Estos autores dicen que las metas a las que aspira el<br />
varón crean una persona incapaz de alcanzar la satisfacción o<br />
un sentido de conexión con lo que está haciendo y con aquellos<br />
con los que lo está haciendo. Véase por ejemplo toda la literatura<br />
sobre «alienación» y «fracaso comunicativo». Lo que estos<br />
autores pasan por alto es que estas dificultades se relacionan<br />
con la subyugación de la mujer.<br />
Todas las estructuras que la sociedad masculina ha erigido<br />
hasta el momento han incluido en sí mismas la supresión de<br />
otros hombres. En cierto sentido, todos los avances de nuestra<br />
sociedad son un arma de doble filo. Lo que unos pocos hombres<br />
han sido capaces de construir en nuestra sociedad moderna ha<br />
sido a costa de los demás. <strong>La</strong> sociedad tecnológicamente avanzada<br />
ha acarreado grandes mejoras para un grupo pequeño de<br />
hombres y algunas para un grupo un poco mayor, a expensas de<br />
la miseria de muchos y de la destrucción de la cultura entera de<br />
otros.<br />
Una consecuencia concreta de esta destructividad es que<br />
tenemos una imagen muy distorsionada de los seres humanos;<br />
parece que sólo piensen en sí mismos y en derrotar al otro. <strong>La</strong>s<br />
suposiciones básicas de Freud son similares: el hombre está<br />
condenado. Su impulso innato más básico -el impulso hacia el<br />
placer (que, según Freud, es la fuente de toda motivación y<br />
vida)- lleva sólo a la conquista y a la destrucción. A lo único<br />
que puede aspirar la sociedad es a contener esta destructividad<br />
y a sublimar tales impulsos. Esta interpretación se deduce fácilmente<br />
de una sociedad que ha asignado sólo a un sexo la<br />
capacidad de acción, decisión y poder.<br />
Es verdad que el mundo es cruel. <strong>La</strong> perspectiva no es muy<br />
atrayente. <strong>La</strong> denominada crisis de identidad de la juventud<br />
(masculina, el término no se aplica a la juventud femenina)<br />
puede ser resultado de no querer entrar en ese mundo, y no<br />
tener ganas de dejar de lado ese otro -el infantil- en el que la<br />
gente está dispuesta a ayudarte, cuidarte, fomentar tu desarrollo,<br />
sentir y actuar para ti más que en tu contra. Los clínicos