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Psicologia De La Mujer

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«Ya sé lo que quieres que diga de mi propia ira. Pero creo que no<br />

tienes razón. Sé muy bien cuándo estoy enfadada; por eso puedo decirte<br />

que sólo me asustaba su ira. <strong>La</strong> gente siempre piensa que soy tan fuerte<br />

que no me asustaré de su ira. Pero lo estaba. Ese era el sentimiento real.<br />

<strong>La</strong> otra cosa, quizás, era algo en lo que pensé después, que no se me<br />

ocurrió sobre la marcha: quizá también me asustase al sentir que no soy<br />

fuerte y que no mantengo el control. Esa es la imagen que todo el<br />

mundo parece querer que dé. Y parece que yo tengo que mantenerla,<br />

así lo veo yo. En aquel momento no me sentía en absoluto controlando<br />

las cosas. No lo creerás, pero se me aceleró el pulso. Pero sé que no<br />

tengo por qué mantener siempre esa falsa premisa.»<br />

Otra mujer, Nora, se refirió a un tema similar. En ciertos<br />

sentidos el contexto era especialmente duro para ella, ya que lo<br />

hizo en su grupo de mujeres, que había llegado a significar mucho.<br />

Era un grupo con un alto grado de unidad y sentimientos positivos.<br />

Nora había llegado a darse cuenta de que el grupo la veía<br />

como la fuerte. Cuando quería expresar parte de su angustia real,<br />

tendían a «no dejarla»; no le hacían caso o la ignoraban con<br />

comentarios tales como, «Bueno, lo sabrás manejar» o «Se te da<br />

tan bien...». Nora tenía la sensación de que necesitaban verla<br />

como fuerte por sus propios motivos, pero cada vez estaba menos<br />

dispuesta a aceptar esta visión falsa y unidimensional de sí misma.<br />

Eso duplicaba las dificultades que tenía para exponer sus<br />

sentimientos de indefensión. Al final, consiguió hacerlo gritando:<br />

«¡No me dejáis hablar! ¡No me escucháis! ¡A mí no me importa lo<br />

que vosotras necesitéis! ¡Tenéis que escuchar lo que digo!». Los<br />

gritos de Nora revelaban sus dificultades iniciales para sacar el<br />

tema, pero pudo explicar de qué tenía miedo.<br />

<strong>De</strong> la ira, de mi propia ira. Nunca en mi vida be actuado así. También<br />

tenia miedo de la ira de las demás. Pero era algo más que eso, tenía miedo<br />

a que se colapsaran o algo así. Era como si las estuviera traicionando,<br />

decepcionándolas. Tenían que tener la imagen de una mujer fuerte.<br />

Siempre he sentido que tenía que mantener esta imagen de persona fuerte,<br />

incluso aiando era una niña; por mi familia, ya sabe. Y ahora, aquí está<br />

otra vez.<br />

Pero supongo que la necesidad de ser realmente yo misma y que los<br />

demás lo sepan fue más fuerte esta vez. Y creo, también, que estaba<br />

sintiendo, «si no lucho por ser yo misma aquí, en este grupo, nunca lo<br />

haré». <strong>De</strong> cualquier forma, lo bueno es que nadie se colapsó. Esa fue la<br />

gran lección que aprendí. Y creo que ellas, en el fondo, también.

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