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Manuel Sánchez Mármol - Universidad Juárez Autónoma de Tabasco

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Obras Completas. Ensayos, Artículos, Prólogos y Discursos<br />

Ni siquiera se nos tenía en el concepto <strong>de</strong> pueblo;<br />

éramos repugnante hervi<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> tribus en guerra permanente,<br />

encabezadas por feroces caciques, más sedientos <strong>de</strong> exterminio<br />

que el Huitzilopochtli <strong>de</strong> los antiguos teocalli. De ahí la misión<br />

cristiana <strong>de</strong> venirnos a redimir y tomarnos en tutela.<br />

El oráculo <strong>de</strong> la codicia pronunció la fatal sentencia, y<br />

México iba a ser convertido en factoría europea. Lo halagador<br />

<strong>de</strong> la aventura hizo tenerla por fácil. Y éralo en efecto, removido<br />

un solo obstáculo: <strong>Juárez</strong>.<br />

Mas <strong>Juárez</strong> era el bronce regido por una gran conciencia.<br />

Reivindicador <strong>de</strong> la ley, tocábale en suerte ser el reivindicador<br />

<strong>de</strong> la Justicia, revelando a los pueblos la existencia <strong>de</strong> este otro<br />

pueblo, no por más infortunado, inferior a los más dignos.<br />

Empero las invasiones armadas no se repelen con<br />

anatemas, ni con fórmulas <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho; a la agresión, hay que<br />

oponer la resistencia; al brazo que ataca, el brazo que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>.<br />

Y <strong>Juárez</strong> halló nuestro brazo <strong>de</strong>fensor en el soldado ciudadano,<br />

cuya escuela militar no había sido otra que la <strong>de</strong> sus propias<br />

victorias por la causa <strong>de</strong>l pueblo. He dicho mal, señores: no fue<br />

<strong>Juárez</strong> quien halló a Zaragoza. Ese brazo había sido forjado por<br />

Dios, y Zaragoza <strong>de</strong>bía cumplir su divina pre<strong>de</strong>stinación.<br />

Sereno como la majestad <strong>de</strong>l Derecho, impasible como<br />

la Justicia, prodigioso como la Fe, erigido sobre las colinas<br />

<strong>de</strong> Puebla, espera la acometida <strong>de</strong>l formidable alud que llega<br />

amenazante, y, ruge enfurecido, y estalla, y vacila, y se <strong>de</strong>tiene;<br />

y retroce<strong>de</strong> <strong>de</strong>shecho y espantado, en tanto que nuestros<br />

clarines <strong>de</strong> guerra cantan regocijados la victoria.<br />

Aquélla no fue la <strong>de</strong> un guerrero afortunado. En Zaragoza<br />

palpitaba el pueblo, el pueblo batallaba y el pueblo vencía. Era<br />

la Patria mexicana haciendo triunfal emersión a la luz, <strong>de</strong>l<br />

fondo <strong>de</strong> las tinieblas en que parecía sepultada.<br />

Él dilató los horizontes <strong>de</strong> esta Patria en los eternos ciclos<br />

<strong>de</strong> la historia, y él vivirá en la historia la vida <strong>de</strong> los inmortales,<br />

acrecentado día a día por las perspectivas <strong>de</strong>l tiempo, que si<br />

borran lo pequeño, agigantan y avivan lo verda<strong>de</strong>ramente<br />

gran<strong>de</strong>.<br />

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