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Manuel Sánchez Mármol - Universidad Juárez Autónoma de Tabasco

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Obras Completas. Ensayos, Artículos, Prólogos y Discursos<br />

Judas la han vendido, un Malco la ha abofeteado, un Pilatos<br />

le ha presentado con su cetro <strong>de</strong> burlas para ser la befa y<br />

el escarnio <strong>de</strong> las gentes, sólo falta un pueblo que pida la<br />

crucifiquen. ¡Oh!, pero no será el pueblo mexicano el que<br />

pida la muerte <strong>de</strong> su patria, no, que antes acudirá a su<br />

llamamiento, empuñará las armas, gritará con tremendas<br />

razones y verterá su sangre en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos,<br />

y, tal es nuestra convicción, en el último mexicano<br />

encontrarán nuestros enemigos el último obstáculo a su<br />

obra <strong>de</strong> iniquidad…<br />

En presencia <strong>de</strong> los infortunios <strong>de</strong> México, el corazón<br />

más indómito sería capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarse embargar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>saliento<br />

a carecer <strong>de</strong>l sentimiento heroico <strong>de</strong>l patriotismo.<br />

En los anales <strong>de</strong> la historia quizá nación alguna haya<br />

sido tan infortunada como la nuestra.<br />

Apenas hubo arrancado a sus tiranos el cetro<br />

<strong>de</strong> fierro con que la oprimían, y tomando su rango <strong>de</strong><br />

nación como un individuo más en el padrón <strong>de</strong> los<br />

pueblos, cuando vio levantarse en su <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong>satadas<br />

tempesta<strong>de</strong>s, oyó rugir los bramadores huracanes <strong>de</strong> la<br />

discordia, y sintiose perseguida y herida por el rayo <strong>de</strong><br />

la <strong>de</strong>sgracia. Débil navecilla con<strong>de</strong>nada a surcar por un<br />

mar proceloso y sembrado <strong>de</strong> escollos, sin temor a los<br />

naufragios, lanzose en la senda <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>stinos con la fe<br />

<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos y puesta su esperanza en el porvenir: y he<br />

aquí que cuando las <strong>de</strong>más naciones, mudos e indiferentes<br />

espectadores <strong>de</strong> sus agonías, <strong>de</strong>bieran batir palmas <strong>de</strong><br />

aprobación, al ver los nobles y generosos esfuerzos en que<br />

se agita por consumar la conquista <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos, por<br />

<strong>de</strong>sarraigar los asquerosos vicios <strong>de</strong> su educación colonial,<br />

por constituirse <strong>de</strong> una vez para siempre sobre las sólidas<br />

bases <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra civilización, <strong>de</strong>l positivo progreso,<br />

y <strong>de</strong> las elevadas aspiraciones <strong>de</strong>l siglo, allá <strong>de</strong> la otra<br />

parte <strong>de</strong> los mares, en un rincón <strong>de</strong> las Tullerías, el jefe <strong>de</strong><br />

una nación para con la que no ha cometido México otra<br />

falta que respetarla y consagrarle sus mejores simpatías,<br />

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