Los conflictos sociales actuales en la práctica docente-Recursos comunicacionales para el abordaje cooperativo en la escuela ____________________________________________________________________________________ Una forma <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r las conductas adictivas Etimológicamente, la palabra adicción proviene <strong>de</strong>l latín "adictum", que dice <strong>de</strong> quien por <strong>de</strong>udas impagas u otras razones quedaba en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> otro, al que se sometía como esclavo. Luego, tomando en cuenta otros <strong>de</strong> sus significados, encontré que adicto significa estar "apegado", "atado", "adherido", "<strong>de</strong>dicado’’, "inclinado", "sujeto", "entregado", "obligado", "pegado". Sumado a esto, buscando el significado <strong>de</strong> la palabra <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, encontré que "<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r" quiere <strong>de</strong>cir pen<strong>de</strong>r, estar pendiente <strong>de</strong>, estar suspendido. Relacionando estos significados con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que todas nuestras conductas son una forma <strong>de</strong> comunicación, un mensaje para el otro, y teniendo en cuenta que es imposible no comunicarnos, empecé a pensar en la adicción como la elección <strong>de</strong> una particular forma <strong>de</strong> relación, que consiste en vivir <strong>de</strong>dicados, pendientes, <strong>de</strong>l otro, <strong>de</strong> su buena o mala cara, <strong>de</strong> su estado <strong>de</strong> ánimo, <strong>de</strong> su buen o mal humor, <strong>de</strong> sus ganas <strong>de</strong> hacer esto o aquello; <strong>de</strong>dicación ésta, que repetida momento a momento, en cada interacción, se va instalando, paulatinamente, como una forma <strong>de</strong> vida. Es así como no sólo nos habituamos a apegarnos a personas, a cosas, sino también a i<strong>de</strong>as, a las que sostenemos por largos períodos <strong>de</strong> tiempo, sin po<strong>de</strong>r darnos cuenta, muchas <strong>de</strong> las veces en que lo hacemos, para qué lo hacemos. Decir <strong>de</strong> uno que está pegado a algo, algo por <strong>de</strong>cir, dulces, chocolates, comida, dietas, <strong>de</strong>portes, trabajo, sexo, juego, compras, apuestas, quejas, café, tranquilizantes, cigarrillo, alcohol, drogas, etc, quiere <strong>de</strong>cir estar convencido, "vencido", por el alcohol, las drogas, etc.; aquello que elegimos y para lo cual vivimos. Quedamos pendientes <strong>de</strong> lo que pueda producirnos una inyección, una pastilla, una caricia, una palabra, una pitada, una copa, una moneda, un alimento, y al quedar esperando la solución mágica, queda en suspenso lo que realmente necesitamos, que es lo mismo que <strong>de</strong>cir que nos <strong>de</strong>jamos a nosotros mismos suspendidos, olvidados. Y, ¿qué suce<strong>de</strong> con todas nuestras i<strong>de</strong>as, necesida<strong>de</strong>s, opiniones, preguntas, emociones, sentimientos?: las suspen<strong>de</strong>mos, las disfrazamos, las callamos, las guardamos, las ocultamos, por miedo, o por vergüenza..., y quedamos anestesiados, ya casi no pudiendo reconocer en nosotros <strong>de</strong> qué se trata sentir, pensar, o hablar. Por ello, adicto también quiere <strong>de</strong>cir "lo no dicho", "sin palabra", casi sin más que <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> uno, incapacitado para hablar <strong>de</strong> sí. Necesitar <strong>de</strong>sesperadamente que algo me dé cariño, aprecio, protección, cuidado, aprobación, compañía, éxito, po<strong>de</strong>r, libertad, placer, es estar esclavo, a la espera, y cuando lo necesitado no se consigue se vive con ansiedad, con angustia, con agresividad... Establecemos relaciones en las que creemos que estamos con otro, al que le <strong>de</strong>dicamos la vida y sin el cual no podríamos vivir, pero ¿no es esto un engaño? Acaso cuando le <strong>de</strong>cimos al otro que sí, en lugar <strong>de</strong> no, que no queremos, cuando queremos, que no tenemos miedo, cuando lo tenemos, ¿estamos estando con ese otro con el cual hablamos?, o es que estamos alejados <strong>de</strong> él y nos mentimos creyendo que si disimulamos lo que sentimos "es mejor para el otro", "le hacemos un bien". Estar estando adicto, es una forma <strong>de</strong> relación manipuladora, por la cual elegimos un objeto o evento cualquiera (drogas, personas, etc.), obsesionados por un único objetivo: cambiar aquello que sentimos en algo diferente, a costa <strong>de</strong> lo que ello implique; vivir mareados, confundidos, intoxicados. Vivir adicto es estar en una cueva, es estar apegado al miedo paralizante que implica el salir a estar con el mundo, con la gente, y correr el riesgo <strong>de</strong> que a los otros no les gustemos, no les caigamos bien, les molestemos, que los otros nos molesten, nos ataquen, o aun, que los otros nos quieran. Estar adicto es estar con la persiana <strong>de</strong> nuestra casa baja, para que los <strong>de</strong>más no puedan vernos, no puedan acce<strong>de</strong>r a conocer cómo somos y quiénes somos. Y ellos, unos con más y otros con menos paciencia, hacen el intento <strong>de</strong> sacarnos <strong>de</strong> ese lugar oscuro y lúgubre ofreciendo todo tipo <strong>de</strong> salvavidas (una pastilla, un médico, un psicólogo, una comunidad terapéutica, etc.) que sirven, a veces, momentáneamente, porque no po<strong>de</strong>mos ni siquiera <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ese estilo <strong>de</strong> vida, que es lo mismo que <strong>de</strong>cir, no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. 142
Los conflictos sociales actuales en la práctica docente-Recursos comunicacionales para el abordaje cooperativo en la escuela ____________________________________________________________________________________ Es difícil abandonar hábitos como el <strong>de</strong> disimular lo que sentimos, o el <strong>de</strong> no <strong>de</strong>cir lo que nos pasa, siendo que los adoptamos hace tanto tiempo; pero difícil no significa imposible. Se trata <strong>de</strong> comenzar a <strong>de</strong>sandar los caminos recorridos, tomando a la palabra como partera, iluminadora <strong>de</strong> la oscuridad en la que nos hallamos y empezar a animarnos a <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> nosotros, reparando (por pararse en algún lugar, en algún momento <strong>de</strong> nuestras vidas) en mirar cómo y quiénes somos, corriendo el riesgo <strong>de</strong> que al vernos, no nos gustemos, <strong>de</strong> que reconozcamos que los personajes que elegimos interpretar a través <strong>de</strong> nuestras conductas, no son la persona que realmente somos. Admitir a un otro es darle posibilidad <strong>de</strong> entrada en nuestro mundo, y entonces <strong>de</strong>poner la pelea a la que nos sometimos y lo sometimos, es <strong>de</strong>cir "tengo miedo", "no sé qué me pasa", "te necesito, ayudame"... Luego, disponerse a recibir, a ser ayudado, implica reconocernos necesitando ayuda y admitir que hay otros que pue<strong>de</strong>n ser capaces <strong>de</strong> asistirnos. Entonces sí, y por primera vez, se comienza a estar con otros, ya no aferrándonos a ellos como la salvación, como un fin en sí mismo, sino aprovechando la oportunidad <strong>de</strong> ser medios para nutrirnos con lo que tienen para ofrecernos. Lic. Karina Mirich 143