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• Una “ola profunda y general a la escala del todo social, puesto que (...) vivimos en tiempos en que oposiciones rígidas se borran, en que se difuminan las preponderancias” 37 ____________________________________________________________________________________ 37 Ver Guilles Lipovetskky, La Era del Vacío, p. 80. 24
Los conflictos sociales actuales en la práctica docente-Recursos comunicacionales para el abordaje cooperativo en la escuela ¿A qué llamamos "situación de crisis"? El término "crisis", en su significación, refiere a cambio o mutación brusca en el curso de un acontecimiento. También es usado en sentido figurativo para referirse a un momento difícil -en general, a la dificultad-, a ruptura del equilibrio. Además, la raíz de la palabra "crisis", que deriva del griego, significa separar, decidir, juzgar y refiere a un momento decisivo en el que se debe realizar un juicio sobre algo para separar escogiendo lo más adecuado. Solemos decir que estamos atravesando una "crisis" cuando, en un momento dado, nos percatamos de que se está produciendo un desequilibrio (ya sea porque se rompe un orden de cosas: normas, valores -en fin, creencias que sosteníamos para sostenernos-) o, porque sintiendo que algo está demandando en nosotros una modificación de nuestras conductas, decimos no estar pudiendo llevarlo a cabo, y, en uno y en otro caso, nos obliga a tomar decisiones; proceso que, muchas veces, nos acarrea sufrimiento. En mi opinión, según sea la actitud particular de cada quien, a las crisis se las pueden ver como un hecho positivo o negativo para nuestras vidas: como una oportunidad que nos posibilita descubrir nuestras capacidades o como algo que siendo externo a nosotros, y que nos acontece, tenemos que padecer. Por lo general acudimos a reiterar conductas conocidas que en el pasado ayudaron a resolver dificultades, pero no nos dan resultado. En otras palabras, nos cuesta mucho desapegarnos de lo conocido y por eso, tendemos a vivir como si no fuésemos protagonistas, ensayando las mismas conductas que en otras ocasiones nos sirvieron. Es decir, tendemos a vivir mirando hacia el ayer, como si no nos percatáramos de nuestras transformaciones cotidianas. Lo que parece indiscutible es que cambiamos permanentemente. En cada ocasión de encuentro la interacción nos transforma y la capitalizamos como experiencia; y aun cuando estamos sin compañía podemos comprobar, día a día, que no somos los mismos, que no pensamos lo mismo, que no sentimos igual que ayer. Y si estos cambios nos pasan desapercibidos, está nuestro cuerpo que nos recuerda permanentemente cómo nos renovamos: nos crecen las uñas, el cabello, la barba; el rostro de cuando recién nos levantamos luego de descansar, no es el mismo rostro de cuando termina una jornada agotadora; nos duele el estómago o la cabeza... (por dar algunos ejemplos de las modificaciones constantes a las que nos enfrentamos y a las que respondemos con conductas, a veces parecidas, a veces inéditas). ¿Qué es entonces lo que hace que marquemos una diferencia entre los cambios que vivimos cotidianamente y aquellos que constituyen lo que llamamos una "situación de crisis"? Parece ser que la diferencia radica en que no es usual que tengamos un registro conciente de los cambios que nos acontecen a cada momento. Recién cuando ocurre alguna situación inesperada que quiebra nuestros automatismos y costumbres, nos percatamos de un hecho distinto que nos obliga a que tomemos una decisión que no teníamos planeada. Y, a mi entender, la posibilidad de tener presente estos acontecimientos de cambios permanentes es lo que, acaso, pueda contribuir a enfrentar las dificultades tomándolas como un llamado de atención, una luz roja que nos obliga a detenernos para revisar las creencias que estamos sosteniendo -y que, probablemente, han perdido vigencia-. Y, a partir de ahí, resta decidir: si seguir sosteniendo estas creencias y, por lo tanto, creer que a las crisis hay que 'sufrirlas', que son algo 'externo' a nosotros, que nos acontecen (con sus derivados: "de esto no puedo salir"; "alguien tiene que hacer algo"); o, de otro modo, si abandonarlas para explorar y experimentar nuevas maneras de conducirnos; para descubrirnos -una vez más- renovados, transformados; para darnos una nueva oportunidad de sorprendernos en la inagotable capacidad creativa que tenemos todos los humanos para sortear dificultades, cuando nos permitimos desapegarnos de algunas ideas que nos consolidan. Cuarenta y uno (...) 3 ____________________________________________________________________________________ 25
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