Los conflictos sociales actuales en la práctica docente-Recursos comunicacionales para el abordaje cooperativo en la escuela ____________________________________________________________________________________ d) Negar que la comunicación es en la situación en la que está siendo. Se pue<strong>de</strong>n calificar las frases como relativas a algún otro tiempo o lugar, por ejemplo diciendo: "Siempre me han tratado mal y, probablemente, lo mismo harán en el futuro"... con lo que se niega el momento y la calificación específica <strong>de</strong>l trato actual, también como malo o <strong>de</strong>sagradable. (*) "Estrategias en Psicoterapia". Ediciones Toray, S. A., Barcelona, 1966. Págs. 108-111 Jay Haley (*) 98
Los conflictos sociales actuales en la práctica docente-Recursos comunicacionales para el abordaje cooperativo en la escuela ____________________________________________________________________________________ El Encuentro una oportunidad irrepetible Dentro <strong>de</strong> aquello que podríamos llamar "el mundo <strong>de</strong> los fenómenos irrepetibles", 'habitan' los encuentros entre los seres humanos. Y, lo que acontece en estos encuentros pue<strong>de</strong> ser previsto por nosotros, pero con cierto margen <strong>de</strong> error. Al respecto, cuántas veces imaginamos que llegaremos <strong>de</strong> tal manera, que nos saludaremos <strong>de</strong> tal otra manera, que intercambiaremos tales o cuales conductas, que estableceremos tal modo <strong>de</strong> conversación, y, luego, sorprendidos, vemos que no es mucha la coinci<strong>de</strong>ncia obtenida entre nuestros pronósticos y la situación que estamos viviendo. ¿A qué se <strong>de</strong>be esta diferencia? Fundamentalmente, a que es in<strong>de</strong>fectible el hecho <strong>de</strong> que cambiamos. Sí, a pesar <strong>de</strong> que solemos <strong>de</strong>cirnos que <strong>de</strong>bemos cambiar en esto o aquello, <strong>de</strong> que <strong>de</strong>seamos efectuar <strong>de</strong>terminados cambios en nuestra forma <strong>de</strong> ser, en nuestra forma <strong>de</strong> relacionarnos, lo cierto es que paso a paso <strong>de</strong> nuestro vivir, vez a vez, día a día, mientras vamos manteniendo o conservando ciertas características generales que hacen que se nos reconozca como a una persona <strong>de</strong>terminada, y no otra, a<strong>de</strong>más, y sin intermediación <strong>de</strong> nuestro <strong>de</strong>seo y voluntad, nos vamos transformando; y, sobre todo, a partir <strong>de</strong> todas y cada una <strong>de</strong> nuestras experiencias relacionales. Así es que cada ocasión <strong>de</strong> encuentro se convierte en una ocasión <strong>de</strong> estímulo mutuo, que es capaz <strong>de</strong> modificarnos: no somos exactamente los mismos antes <strong>de</strong> encontrarnos, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> hacerlo. Ahora bien, también nos modificamos fuera <strong>de</strong>l contacto entre humanos. La actividad manual, la expresión creativa, la reflexión, la lectura, por citar algunos pocos ejemplos, obran transformaciones en nosotros, sólo que menos contun<strong>de</strong>ntes que las que <strong>de</strong>rivan <strong>de</strong> las estimulaciones que vivenciamos estando unos con otros. Y este fenómeno está ampliamente relacionado con la irrepetibilidad <strong>de</strong>l encuentro. ¿Cuántas cosas nos pasaron, a cada uno <strong>de</strong> nosotros, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la última vez en que nos vimos? ¿Cuántos pensamientos, cuántas i<strong>de</strong>as, cuántos otros encuentros mediaron hasta llegar a este momento <strong>de</strong>l encuentro? Indudablemente, si bien contamos con algo así como una 'memoria' <strong>de</strong> cada relación específica, un "esquema cognitivo", que es el que permite que al reencontrarnos se pongan en juegos ciertas características que son propias y únicas para cada vínculo en particular, esto no significa que este 'mapa' relacional, no pueda (y eso es lo que ocurre) ser ampliado cada vez que nos presentamos a la interacción, cambiados, y aportando conductas novedosas. Dándose los acontecimientos <strong>de</strong> este modo, cada vez que "estoy-con" el otro, y <strong>de</strong> la forma peculiar con la que me manifiesto para ese otro, las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> evolución personal y relacional se activan, y nos <strong>de</strong>senvuelven. Es <strong>de</strong>cir, nuestra participación en la interacción está provista, siempre, <strong>de</strong> proposiciones nuevas, que hacen a la transformación <strong>de</strong> la relación en sí, y, con ella, al "quien soy" (que así pasa a ser un "quien estoy siendo"), <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los interactuantes. Concluyendo: ante el hecho <strong>de</strong> que resulta imposible repetir las alternativas vividas en un encuentro (tanto que éste haya resultado agradable como <strong>de</strong>sagradable), si lo que procuramos es vivir "encuentros bienhechores", pue<strong>de</strong> convenir que nos comprometamos a cuidar <strong>de</strong> la oportunidad en la que estamos juntos, y, para esto, que agudicemos nuestra capacidad para <strong>de</strong>tectar los pequeños o gran<strong>de</strong>s cambios que nos acompañan. (*) Este artículo ha sido publicado con antelación en el diario LA CAPITAL, <strong>de</strong> Rosario. Nora Palonsky (*) 99