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Los conflictos sociales actuales en la práctica docente-Recursos comunicacionales para el abordaje cooperativo en la escuela
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Estados de ánimo y Comunicación Humana (II)
La Ontología del Lenguaje, postula que los estados de ánimo son fenómenos constitutivos
de la existencia humana. Postula también que, si bien los estados de ánimo no son fenómenos
lingüísticos (pertenecen al dominio de la emoción), pueden ser “traducidos” al dominio del
lenguaje. Este proceso se denomina “reconstrucción”. Rafael Echeverría 1
realiza una
reconstrucción de los estados de ánimo denominados: resentimiento, resignación, aceptación
(paz) y ambición, y enumera algunos otros, como el temor, el odio, la exaltación, el aburrimiento,
la tristeza, etc., pero no realiza una clasificación exhaustiva de los estados de ánimo humanos y
esta categoría queda abierta a la multiplicidad. Veamos en qué consiste la reconstrucción y en
qué puede ayudarnos en la comprensión de la Comunicación Humana.
Los estados de ánimo y el lenguaje
Dice esta disciplina que, dependiendo del estado de ánimo en que nos encontremos,
nuestras conversaciones 2 son diferentes -hablamos y escuchamos en forma diferente-. Tomando
conceptos de Humberto Maturana, afirma que las conversaciones siempre combinan lenguaje y
emociones. Podemos hacer una reconstrucción lingüística de nuestros estados de ánimo y
emociones. Sabemos que nuestra comunicación con otros se ve afectada por el estado de ánimo
que existía antes de iniciar la conversación y por el estado que la conversación misma genera.
Los estados de ánimo juegan, en un dominio diferente, un papel similar al de los actos
lingüísticos que se denominan juicios. Los juicios definen un espacio de acciones posibles,
especifican un futuro posible y colorean el mundo en que vivimos. 3 Por ejemplo, si decimos “fulano
está irritable”, estamos haciendo un juicio sobre el estado de alguien a través del cual
caracterizamos su comportamiento y definimos lo que es posible esperar en términos de acciones
que esa persona podría ejecutar estando en el estado en que se encuentra y, por otro lado, nos
conducimos en función de eso.
Podemos tratar los estados de ánimo como juicios automáticos del mundo. Automáticos
porque no los emitimos y anteceden a la acción, nos encontramos inmersos en ellos. Por ejemplo,
si nos encontramos en un estado de ánimo de aburrimiento, podemos observar la conversación
subyacente implícita en el juicio “¡Esto es aburrido!”; el estado de ánimo de aburrimiento puede
ser reconstruido como una estructura lingüística:
-Yo afirmo que X está sucediendo.
-Yo juzgo que X no va a abrir ni cerrar posibilidad alguna para mí en el futuro.
Tomemos otro ejemplo, la tristeza. ¿Cuál es la estructura cuando decimos “Esto es triste”?:
-Yo afirmo que X ha sucedido (o está sucediendo).
-Yo juzgo que X representa una pérdida para mí (juzgo que algunas posibilidades han
disminuido).
-Yo acepto esa pérdida como un hecho.
Desde el punto de vista interaccional, de la Comunicación Humana, la posibilidad de ser
observadores de nuestro propio estado de ánimo en cierto momento y realizar una reconstrucción
lingüística tal como la que propone la Ontología del Lenguaje, nos permitiría salir del automatismo
e incluso, eventualmente, realizar conductas que podrían derivar en un cambio de estado, pero
fundamentalmente y apuntando al cuidado de los otros en la relación interpersonal, nos permitiría
comunicar a nuestro compañero de conversación, cuál es nuestro estado.
Dice Echeverría: No podemos observar el sentir del otro, la experiencia interior de la
persona es incomunicable, sólo podemos observar lo que vemos (y agrego, “sentimos”) en las
conversaciones. Sin embargo, por ser seres humanos, distinguimos emociones que consideramos
“equivalentes”. Y con esto Echeverría alude a que, por ejemplo, cuando vemos a alguien llorando
y definimos: “su estado de ánimo es tristeza”, podemos hacerlo porque tenemos recuerdo de
haber vivido un estado al que podemos reconocer como equivalente a ese que distinguimos en
otro. Se está postulando aquí una semejanza entre los seres humanos respecto de los estados de
ánimo en que podemos vivir.
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