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En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

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«No queráis prevenir <strong>de</strong> antemano los acci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> esta vida por el temor; hacedlo <strong>con</strong> una total<br />

esperanza <strong>de</strong> que, a medida que se vayan presentando, pues sois <strong>de</strong> Dios, Él os librará. Os ha protegido<br />

hasta ahora; seguid bien cogida a <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> su Provi<strong>de</strong>ncia y os ayudará en toda ocasión; y cuando no<br />

podáis caminar, os llevará en brazos.¿Qué <strong>de</strong>béis temer, querida hija, teniendo a Dios, que nos ha<br />

asegurado tanto que todo se <strong>con</strong>vierte en bien para los que le aman? No penséis en lo que suce<strong>de</strong>rá<br />

mañana, porque el mismo Padre eterno que os cuida hoy os cuidará mañana y siempre: Y, o bien no os<br />

enviará ningún mal, o si os lo envía, os dará un valor invencible para soportarlo.Permaneced en paz,<br />

querida hija; borrad <strong>de</strong> vuestra mente cuanto pueda turbaros y <strong>de</strong>cid frecuentemente a nuestro Señor: Oh<br />

Dios, Vos sois mi Dios, <strong>con</strong>fío en Vos; me ayudaréis y seréis mi refugio, y yo nada temeré, pues no sólo<br />

estáis <strong>con</strong>migo, sino en mí y yo en Vos. ¿Qué pue<strong>de</strong> temer un hijo en brazos <strong>de</strong> tal Padre? Sed como un<br />

niño, mi queridísima hija, y, como sabéis, los niños no piensan en tantos asuntos, tienen quien piense por<br />

ellos; sólo se sienten fuertes si están junto a su padre. Haced vos lo mismo, querida hija, y <strong>con</strong>servaréis <strong>la</strong><br />

paz».<br />

<strong>En</strong> una pa<strong>la</strong>bra: tenemos que vivir en esa paz que nos da <strong>la</strong> <strong>con</strong>fianza en <strong>la</strong> divina Provi<strong>de</strong>ncia, incluso<br />

cuando los a<strong>con</strong>tecimientos no respon<strong>de</strong>n a lo que esperábamos.<br />

«No os asombréis aunque aún no veáis avanzar ni vuestros asuntos espirituales ni los temporales... Dios<br />

mantiene es<strong>con</strong>dido en el secreto <strong>de</strong> su Provi<strong>de</strong>ncia el momento y <strong>la</strong> manera <strong>de</strong> escucharos; y quizá una<br />

manera excelente <strong>de</strong> escucharos sea no escuchar vuestros propios p<strong>la</strong>nes sino los suyos».<br />

Pero, ¿no hay nada que pueda turbar <strong>la</strong> paz <strong>de</strong> un alma asentada en <strong>la</strong> santa indiferencia, enteramente<br />

abandonada al Señor y que imita <strong>con</strong> su total <strong>de</strong>sprendimiento el <strong>de</strong>spojo y <strong>la</strong> <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su Esposo<br />

crucificado?<br />

«No os inquietéis por los males y penas que os puedan venir, porque, una <strong>de</strong> dos, o el Señor no permitirá<br />

que os lleguen, o bien os dará <strong>la</strong> fuerza para soportarlos si os los envía. Dejad alma y cuerpo entre sus<br />

benditas manos, abandonaos a Él, per<strong>de</strong>os en Él, amadle a Él, y que todo lo que no sea Él os resulte<br />

indiferente. Y en el cielo sabréis lo feliz que es el alma que ha vivido <strong>de</strong>spojada <strong>de</strong> todo lo <strong>de</strong>l mundo<br />

para rendir homenaje al <strong>de</strong>spojamiento total y a <strong>la</strong> <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su Esposo c<strong>la</strong>vado en <strong>la</strong> cruz, y muriendo<br />

para enriquecer y enga<strong>la</strong>nar a sus amadas esposas».<br />

La excesiva solicitud natural<br />

<strong>En</strong> fin, <strong>la</strong> mortificación <strong>de</strong> nuestra excesiva solicitud, tanto en nuestros asuntos como en <strong>la</strong> <strong>de</strong>voción, nos<br />

hará profundizar en <strong>la</strong> paz.<br />

La Introducción a <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>vota, en uno <strong>de</strong> sus capítulos nos dice: «Hay que tratar los asuntos <strong>con</strong><br />

diligencia, pero sin afán ni preocupación». Subrayemos algunos pensamientos:<br />

«No os afanéis en exceso en vuestra tarea, porque <strong>la</strong> <strong>de</strong>masiada solicitud turba <strong>la</strong> razón y el juicio, e<br />

incluso nos impi<strong>de</strong> hacer bien aquello que tanto nos interesa».<br />

«Cuando nuestro Señor reprendió a santa Marta, le dijo: Marta, Marta, tú te preocupas y te turbas por<br />

muchas cosas. Ved que si no hubiera hecho más que estar solícita en el trabajo, no se hubiera turbado,<br />

pero, como estaba inquieta y preocupada, se afanaba <strong>con</strong> prisa y se inquietaba. Y por eso <strong>la</strong> reprendió el<br />

Señor».<br />

«Un trabajo hecho <strong>con</strong> impetuosidad y apresuramiento nunca sale bien... Por tanto, recibid <strong>con</strong> paz los<br />

asuntos que os vengan y tratad <strong>de</strong> hacerlos <strong>con</strong> or<strong>de</strong>n, uno <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> otro».<br />

<strong>En</strong><strong>con</strong>tramos en <strong>la</strong> correspon<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l obispo estos mismos <strong>con</strong>sejos. San <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong> nos pi<strong>de</strong><br />

que mantengamos nuestro corazón «tranquilo entre <strong>la</strong> multiplicidad <strong>de</strong> asuntos que se nos presentan».<br />

Estos trabajos no pue<strong>de</strong>n salir bien, sino <strong>con</strong> <strong>la</strong> ayuda <strong>de</strong> Dios. Pongamos en ellos, pues, toda nuestra<br />

diligencia, pero <strong>con</strong> sosiego, sin atormentarnos; en <strong>la</strong> eternidad veremos que todas esas cosas no eran sino<br />

futilida<strong>de</strong>s y bagate<strong><strong>la</strong>s</strong>.Pero, ¿se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir mejor <strong>la</strong> vanidad <strong>de</strong> los negocios <strong>de</strong> este mundo y <strong>la</strong><br />

locura <strong>de</strong> nuestro afán por lograr buenos resultados?<br />

«No creáis que el éxito <strong>de</strong> vuestros negocios pueda <strong>de</strong>berse a vuestro trabajo; so<strong>la</strong>mente se <strong>de</strong>be a <strong>la</strong><br />

ayuda <strong>de</strong> Dios y, por lo tanto, <strong>de</strong>scansad en su asistencia, sabiendo que hará siempre lo que es mejor para<br />

vos, <strong>con</strong> tal que por vuestra parte pongáis una mo<strong>de</strong>rada diligencia. Digo mo<strong>de</strong>rada, porque <strong>la</strong> diligencia<br />

que es violenta estropea el corazón y también los asuntos, pues no es diligencia sino apresuramiento y<br />

turbación.Por Dios, señora, pronto estaremos en <strong>la</strong> eternidad, y entonces veremos que los afanes <strong>de</strong> este<br />

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