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En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

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vuestro carácter perspicaz y agudo, que quiere tiranizar vuestra voluntad y dominar<strong>la</strong> <strong>con</strong> supercherías y<br />

sutilezas».<br />

¡Ay! Estas sutilezas <strong>de</strong>l espíritu ¡qué perjudiciales son para <strong>la</strong> sencillez <strong>de</strong> nuestra vida interior! «Quisiera<br />

tener un buen martillo para quitar filo a vuestro espíritu, que es <strong>de</strong>masiado sutil en lo tocante a vuestro<br />

progreso. Os he dicho muchas veces que hay que ir <strong>de</strong> buena fe a <strong>la</strong> <strong>de</strong>voción, `grosso modo' como se<br />

dice. Si obráis bien, a<strong>la</strong>bad a Dios; si hacéis mal, humil<strong>la</strong>os. Sé bien que el mal hecho a propósito no lo<br />

queréis y los otros males nos sirven so<strong>la</strong>mente para humil<strong>la</strong>rnos. No temáis, pues, y no andéis picoteando<br />

en vuestra pobre <strong>con</strong>ciencia; <strong>de</strong> sobra sabéis que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantos esfuerzos sólo podéis pedir su amor a<br />

Quien no <strong>de</strong>sea <strong>de</strong> vos más que el vuestro ».<br />

Así es. Sirvamos a Dios «sin mañas ni sutilezas», <strong>con</strong> sencillez <strong>de</strong> corazón, aunque <strong>con</strong> <strong>la</strong> inevitable<br />

imperfección inherente a nuestra naturaleza.<br />

«Sabéis que, en general, Dios quiere que le sirvamos amándole por encima <strong>de</strong> todas <strong><strong>la</strong>s</strong> cosas y al prójimo<br />

como a nosotros mismos... Esto basta, pero hay que hacerlo <strong>de</strong> buena fe, sin artimañas ni sutilezas, como<br />

se hace en este mundo, don<strong>de</strong> no resi<strong>de</strong> <strong>la</strong> perfección; a lo humano y en el tiempo, esperando hacerlo un<br />

día a lo divino y angélico y según <strong>la</strong> eternidad. El apresuramiento, <strong>la</strong> agitación en el esfuerzo, <strong>de</strong> nada<br />

sirven; el <strong>de</strong>seo es bueno, pero que sea sin agitación. Os prohíbo expresamente <strong>la</strong> agitación, madre <strong>de</strong><br />

todas <strong><strong>la</strong>s</strong> imperfecciones»."<br />

¿Cómo preten<strong>de</strong>mos avanzar si, en lugar <strong>de</strong> fijar <strong>la</strong> mirada en <strong>la</strong> meta, caminamos preocupados por ver<br />

dón<strong>de</strong> ponemos el pie para evitar pasos en falso? ¡Qué trabajos nos imponemos! ¡Y cuánto mejor<br />

caminaríamos si estuviéramos menos preocupados por <strong>la</strong> perfección y más <strong>con</strong>fiados en <strong>la</strong> divina<br />

Bondad!<br />

«Vuestro camino es muy bueno, mi querida hija, y sólo tengo que <strong>de</strong>ciros que al andar medís <strong>de</strong>masiado<br />

vuestros pasos, por miedo a tropezar. Hacéis <strong>de</strong>masiadas reflexiones sobre <strong><strong>la</strong>s</strong> salidas <strong>de</strong> vuestro amor<br />

propio, que son sin duda frecuentes, pero que no serán nunca peligrosas, si, tranqui<strong>la</strong>mente, sin<br />

enfadarospor su inoportunidad ni asombraron por su frecuencia, <strong>de</strong>cís `no'. Caminad <strong>con</strong> sencillez, sin<br />

<strong>de</strong>sear tanto el <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong>l espíritu; y ese <strong>de</strong>scanso será mayor...<br />

Queridísima hija, fijad arriba vuestras miradas, <strong>con</strong> una total <strong>con</strong>fianza en <strong>la</strong> bondad <strong>de</strong> Dios; sin<br />

inquietud, sin examinar tanto los progresos <strong>de</strong> vuestra alma, sin querer ser tan perfecta».<br />

Así, a pesar <strong>de</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> «pequeñas sacudidas y tropiezos» que acompañarán nuestro caminar, permaneceremos<br />

unidos a Dios, yendo hacia Él <strong>de</strong>cididamente, <strong>con</strong> el corazón abierto <strong>de</strong> par en par a <strong>la</strong> <strong>con</strong>fianza y al<br />

gozo.«Simplificad vuestro juicio, no hagáis tantas reflexiones ni réplicas, sino avanzad <strong>con</strong> sencillez y<br />

<strong>con</strong>fianza...Mientras veáis que Dios os <strong>con</strong>duce, por <strong>la</strong> buena voluntad y <strong>la</strong> resolución que os ha dado <strong>de</strong><br />

servirle, caminad <strong>con</strong> <strong>de</strong>cisión, y no os asombréis <strong>de</strong> los pequeños sobresaltos y tropiezos que tengáis; no<br />

os disgustéis por ello, siempre que <strong>de</strong> vez en cuando os arrojéis en sus brazos y lo beséis <strong>con</strong> el beso <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

caridad. Caminad <strong>con</strong> alegría, <strong>con</strong> el corazón lo más di<strong>la</strong>tado que podáis; y si no lográis ir siempre<br />

alegremente, al menos hacedlo <strong>con</strong> valor y <strong>con</strong>fianza».<br />

Quizá tendremos que luchar <strong>con</strong>tra el error <strong>de</strong>masiado frecuente que atormenta nuestro espíritu y nos<br />

obliga a preguntarnos si en <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> ocasiones no hubiéramos <strong>de</strong>bido actuar <strong>de</strong> modo diferente<br />

<strong>de</strong> como lo hicimos.«<strong>En</strong> cuanto podáis, haced perfectamente lo que hacéis, y, una vez hecho, no volváis a<br />

pensar en ello, sino en lo que os queda por hacer. Id <strong>con</strong> sencillez por el camino <strong>de</strong> nuestro Señor, sin<br />

atormentar vuestro espíritu».'<br />

Esta es una costumbre que <strong>de</strong>bemos adquirir si queremos evitar muchos disgustos <strong>de</strong> <strong>con</strong>ciencia y romper<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio una peligrosa serie <strong>de</strong> imperfecciones y faltas, fuente <strong>de</strong>l malestar que experimentan<br />

muchas almas.<br />

«No os disgustéis o al menos no os turbéis por haberos sentido turbada; no os alteréis por haberos<br />

alterado; no os inquietéis por haberos inquietadado por esas molestas pasiones; recobrad el ánimo y<br />

poned vuestro corazón suavemente en <strong><strong>la</strong>s</strong> manos <strong>de</strong>l Señor, suplicándole que os lo sane». ''<br />

Como pru<strong>de</strong>nte director <strong>de</strong> <strong>con</strong>ciencia, san <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong> insiste en este punto por el empeño que<br />

tiene en alertar <strong>con</strong>tra una tentación tan <strong>con</strong>traria a <strong>la</strong> sencillez y a <strong>la</strong> cual están particu<strong>la</strong>rmente expuestas<br />

<strong><strong>la</strong>s</strong> almas <strong>de</strong>licadas y generosas.<br />

El mecanismo <strong>de</strong> esas penosas complicaciones, que <strong>de</strong>jan el corazón abatido y extenuado, lo explica así<br />

el obispo a <strong>la</strong> Sra. <strong>de</strong> Chantal:<br />

«Cuando esta bagate<strong>la</strong> se presenta en vuestro espíritu, se inquieta y no quisiera ver<strong>la</strong> pues teme que no se<br />

le vaya jamás. Y ese temor quita <strong>la</strong> fuerza al espíritu, le <strong>de</strong>ja pálido, triste y tembloroso; ese temor le<br />

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