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En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

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«Mientras tanto, mi querida hija, humil<strong>la</strong>os a menudo ante Dios y ante toda criatura por amor <strong>de</strong> Dios. Y<br />

como el amor fiel se re<strong>con</strong>oce en <strong><strong>la</strong>s</strong> ocasiones, aprovechad bien todas <strong><strong>la</strong>s</strong> que se os presenten para ser<br />

amable <strong>con</strong> quienes son <strong>de</strong> inferior c<strong><strong>la</strong>s</strong>e social; tratadlos afablemente; usad para <strong>con</strong> ellos pa<strong>la</strong>bras<br />

corteses y cordiales. Mi querida hija, no hay que tener <strong>de</strong>masiado en cuenta <strong>la</strong> <strong>con</strong>dición <strong>de</strong> cada uno en<br />

esta vida; en realidad, somos lo que somos ante Dios; <strong>la</strong> humildad será lo único que se <strong>con</strong>si<strong>de</strong>re cuando<br />

todos tengan <strong>la</strong> <strong>con</strong>dición <strong>de</strong> hijos <strong>de</strong> Dios. Feliz vos, si sentís repugnancia en familiarizaros, igua<strong>la</strong>ros y<br />

uniros a ciertas personas, porque al sobreponeros, vuestra humildad será más excelente.Sed valiente y<br />

tened el corazón elevado hacia Dios; no os maravilléis <strong>de</strong> sentiros débil porque si invocáis a Dios, Él será<br />

vuestra fortaleza para llevar a cabo diligentemente el <strong>de</strong>seo que tenéis <strong>de</strong> no vivir más que para Él».<br />

¡Cuánto goza su corazón cuando encuentra en un alma esa querida virtud!<br />

«Soy y seré en a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong>l todo y sin reserva vuestro humil<strong>de</strong> y afectísimo servidor, que os <strong>de</strong>sea un<br />

cúmulo <strong>de</strong> gracias <strong>de</strong> nuestro Señor y, sobre todo, que progreséis <strong>con</strong>tinuamente en <strong>la</strong> santísima dulzura<br />

<strong>de</strong> caridad y en <strong>la</strong> sagrada humildad <strong>de</strong> <strong>la</strong> amabilísima sencillez cristiana. No puedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> <strong>de</strong>ciros que<br />

he en<strong>con</strong>trado muy dulces <strong><strong>la</strong>s</strong> pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> vuestra carta cuando <strong>de</strong>cís que vuestra casa es <strong>de</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> corrientes<br />

y nada más; esto es muy <strong>de</strong> apreciar en un tiempo en el que los hijos <strong>de</strong>l siglo presumen tanto <strong>de</strong> sus<br />

casas, <strong>de</strong> sus apellidos y <strong>de</strong> sus ascendientes».<br />

A <strong>la</strong> priora <strong>de</strong>l carmelo <strong>de</strong> Chartres, asustada por su cargo, le predica <strong>la</strong> <strong>con</strong>fianza sobrenatural, fundada<br />

en <strong>la</strong> humildad:«Os digo que seréis fiel si sois humil<strong>de</strong>.-¿Y podré serlo?. -Sí, si lo queréis.-C<strong>la</strong>ro que lo<br />

quiero.- Pues ya lo sois. -Veo c<strong>la</strong>ro que no soy.- Pues mucho mejor, porque eso ayuda a serlo más.<br />

No seáis tan sutil, caminad sencil<strong>la</strong>mente y, puesto que Dios os ha encargado <strong>de</strong> sus almas, encargadle a<br />

Él <strong>la</strong> vuestra, para que sea Dios quien lleve esa carga y os lleve a vos y a el<strong>la</strong>. Su corazón es muy gran<strong>de</strong><br />

y quiere que el vuestro tenga sitio en él. Descansad en Dios, y, cuando caigáis en faltas o tengáis <strong>de</strong>fectos,<br />

no os asustéis, sino que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> humil<strong>la</strong>ros ante Dios, recordad que <strong>la</strong> fuerza divina se muestra más<br />

gloriosa en nuestra <strong>de</strong>bilidad. <strong>En</strong> una pa<strong>la</strong>bra, hija mía, vuestra humildad tiene que ser animosa y valiente,<br />

por <strong>la</strong> <strong>con</strong>fianza que <strong>de</strong>béis tener en Aquél que os ha elegido para el cargo.Y para cerrar el camino a<br />

<strong><strong>la</strong>s</strong> muchas réplicas que <strong>la</strong> pru<strong>de</strong>ncia humana, disfrazada <strong>de</strong> humildad, suele hacer en esas ocasiones,<br />

recordad que el Señor no quiere que le pidamos nuestro pan <strong>de</strong> cada año, ni <strong>de</strong> cada mes, ni <strong>de</strong> cada<br />

semana, sino el <strong>de</strong> cada día. Esforzaos en hacer bien lo <strong>de</strong> hoy, sin pensar en el mañana; y al día<br />

siguiente, haced lo mismo; no discurráis sobre lo que tendréis que hacer mientras estéis en el cargo, haced<br />

vuestra tarea día tras día y no <strong>de</strong>is oídos a vuestras preocupaciones, pues vuestro Padre celestial, que hoy<br />

se ocupa <strong>de</strong> vos, también mañana y pasado mañana se preocupará <strong>de</strong> guiaros si, a <strong>la</strong> vista <strong>de</strong> vuestra<br />

incapacidad, lo esperáis todo <strong>de</strong> su Provi<strong>de</strong>ncia».<br />

Ni el sentimiento <strong>de</strong> nuestra imperfección ni <strong><strong>la</strong>s</strong> dificulta<strong>de</strong>s que en<strong>con</strong>tremos en nosotros mismos, <strong>de</strong>ben<br />

impedirnos dar pru<strong>de</strong>ntes <strong>con</strong>sejos a quienes nos los pidan:<br />

«¡Hija mía!, si so<strong>la</strong>mente pudiesen ayudar a <strong><strong>la</strong>s</strong> almas aquéllos que no tienen dificulta<strong>de</strong>s en su<br />

tarea y que son perfectos, vos no tendríais ahora un padre en mí. Nunca <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> aliviar a otros,<br />

aunque nos en<strong>con</strong>tremos nosotros mismos en vaci<strong>la</strong>ciones y dudas. ¡Cuántos buenos médicos hay que no<br />

están sanos! ¡Cuántos cuadros preciosos salidos <strong>de</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> manos <strong>de</strong> pintores muy feos! Así que, cuando<br />

vuestras Hijas acudan a vos, <strong>de</strong>cidles <strong>con</strong> toda c<strong>la</strong>ridad y en caridad todo lo que Dios os inspire; no <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

<strong>de</strong>jéis salir vacías <strong>de</strong> vuestra presencia».<br />

Él mismo en<strong>con</strong>traba su <strong>de</strong>scanso en <strong>la</strong> humildad. Cuando se <strong>con</strong>ocieron, ¡<strong>con</strong> cuánta admiración hab<strong>la</strong>ba<br />

<strong>la</strong> baronesa <strong>de</strong> Chantal <strong>de</strong>l obispo <strong>de</strong> Ginebra! Y esto le disgustaba a él.<br />

«Hija mía, voy a escribir a vuestro suegro, según vuestro <strong>de</strong>seo; pero vos no escribís según el mío, ni a mi<br />

madre ni a <strong>la</strong> Sra. <strong>de</strong> Charmoisy cuando <strong>de</strong>cís `nuestro bueno y santo obispo', porque don<strong>de</strong> esas señoras<br />

leen santo obispo, <strong>de</strong>berían leer `tonto obispo'. Sé bien que en tiempos <strong>de</strong> san Jerónimo se l<strong>la</strong>maba santos<br />

a todos los obispos, por su cargo; pero ahora ya no es así» 1<br />

Parece que <strong>la</strong> Sra. <strong>de</strong> Chantal no hizo caso <strong>de</strong> esta observación, porque en otra carta, el obispo se<br />

expresaba así:<br />

«Por lo que veo, va a ser preciso que yo os prohíba emplear <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra `santo' cuando habléis <strong>de</strong> mí,<br />

porque es mucho más <strong>la</strong> apariencia que <strong>la</strong> realidad. Aparte <strong>de</strong> que, canonizar santos no es cosa vuestra».<br />

Esta prohibición tampoco surtió efecto, lo cual entristeció al obispo:<br />

«Hija mía, aunque soy muy vanidoso, no me estimo tanto como vos me estimáis. Me gustaría que me<br />

<strong>con</strong>ocieseis bien; no <strong>de</strong>jaríais <strong>de</strong> tener total <strong>con</strong>fianza en mí, pero <strong>de</strong>jaríais <strong>de</strong> estimarme. Y diríais: he<br />

aquí un junco que me da Dios para que me apoye; me apoyo <strong>con</strong> seguridad, puesto que Dios así lo quiere,<br />

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