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En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

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Sería un error entristecernos por nuestras imperfecciones, pero tenemos que tratar <strong>de</strong> corregirnos. Para<br />

eso acudiremos a <strong>la</strong> oración y <strong>de</strong>beremos poner or<strong>de</strong>n y mo<strong>de</strong>ración en nuestras ocupaciones, <strong>de</strong> modo<br />

que aseguremos algún tiempo a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong>l día, para <strong>de</strong>dicarlo a nuestros ejercicios <strong>de</strong> piedad.<br />

«No os enojéis ni os asombréis <strong>de</strong> ver vivas aún en vuestra alma todas esas imperfecciones que me<br />

<strong>con</strong>fiáis. ¡No!, os lo suplico... pues, aunque haya que rechazar<strong><strong>la</strong>s</strong> y <strong>de</strong>testar<strong><strong>la</strong>s</strong> para corregirse, no se <strong>de</strong>be<br />

uno afligir <strong>con</strong> aflicción <strong>de</strong>primente, sino <strong>con</strong> una aflicción valiente y tranqui<strong>la</strong>, que genera un firme y<br />

sólido propósito <strong>de</strong> enmienda; y este propósito, <strong>de</strong>cidido <strong>con</strong> paz y <strong>con</strong> madura reflexión, nos hará elegir<br />

los verda<strong>de</strong>ros medios para llevarlo a <strong>la</strong> práctica; entre estos medios, creo que <strong>la</strong> mo<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> los<br />

afectos ordinarios es muy útil. No digo que se <strong>de</strong>jen totalmente, sino que se mo<strong>de</strong>ren, pues esta<br />

mo<strong>de</strong>ración nos hará en<strong>con</strong>trar tiempos libres para <strong>la</strong> oración, para <strong>la</strong> lectura espiritual, para elevar<br />

muchas veces el corazón a Dios, para en<strong>de</strong>rezar <strong>de</strong> vez en cuando nuestro ta<strong>la</strong>nte interior y nuestra actitud<br />

cordial <strong>de</strong> paz, dulzura y humildad. Pero el gran secreto en esto es saberse aprovechar <strong>de</strong> todo».<br />

Hemos <strong>de</strong> luchar siempre <strong>con</strong> dulzura <strong>con</strong>tra nuestros <strong>de</strong>fectos e imperfecciones, impulsados más por el<br />

amor que por <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> combatir. La aba<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Port-Royal, Angélica Arnauld, se había quejado al<br />

obispo <strong>de</strong> Ginebra <strong>de</strong> tener pensamientos <strong>de</strong> vanidad, y éste le escribió:<br />

«Hija mía, os veo enredada en pensamientos <strong>de</strong> vanidad; vuestro espíritu es fértil y sutil y da pie a estas<br />

sugestiones; pero, ¿por qué os preocupáis? Cuando venían <strong><strong>la</strong>s</strong> aves a picotear en el sacrificio <strong>de</strong> Abraham,<br />

¿qué hacía él? Con una rama <strong><strong>la</strong>s</strong> espantaba <strong>de</strong>l holocausto. ¡Hija mía!, una pequeña reflexión sobre<br />

alguna pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> <strong>la</strong> Cruz espantará todos esos pensamientos, o por lo menos impedirá que os hagan<br />

daño. Repito que hay que luchar para <strong>de</strong>secharlos por amor y no por necesidad <strong>de</strong> combatir»."'<br />

Pero no nos hagamos ilusiones. Nuestros progresos serán lentos y siempre precarias nuestras victorias:<br />

«Tened <strong>la</strong> paciencia <strong>de</strong> ir paso a paso, hasta que tengáis piernas para correr o, mejor, a<strong><strong>la</strong>s</strong> para vo<strong>la</strong>r.<br />

Estad <strong>con</strong>tenta <strong>de</strong> ser todavía una pequeña <strong>la</strong>rva; pronto seréis una hermosa abeja» .Ciertamente, es tarea<br />

a <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo <strong>la</strong> <strong>de</strong> nuestra santificación y que nuestra actividad natural podría a veces estorbar.<br />

«Os <strong>con</strong>ozco bien, y sé que lleváis en el corazón una invariable resolución <strong>de</strong> vivir toda para Dios; pero<br />

sé también que vuestra viveza natural os hace caer en una serie <strong>de</strong> arrebatos. No creáis, hija mía, que <strong>la</strong><br />

obra que hemos emprendido en vos se pue<strong>de</strong> hacer tan pronto. Los cerezos dan pronto su fruto porque <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

cerezas duran poco; pero <strong><strong>la</strong>s</strong> palmeras, que son <strong><strong>la</strong>s</strong> reinas <strong>de</strong> los árboles, tardan cien años en dar sus<br />

dátiles, según se dice. Sólo hace falta un año para lograr una vida mediocre, pero nosotros aspiramos a <strong>la</strong><br />

perfección, y para ésta, hija mía, se necesitan, <strong>de</strong> ordinario, muchos años». ¿Muchos años? ¡Toda <strong>la</strong> vida<br />

tendremos que seguir <strong>con</strong> incansable esfuerzo buscando <strong>la</strong> perfección! San <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong> nos lo ha<br />

advertido, pero no es inútil que lo repita.<br />

«Seguís <strong>con</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> mismas cosas que antes, me <strong>de</strong>cís, y yo os <strong>con</strong>testo:<strong>En</strong> primer lugar, que <strong>de</strong>béis<br />

soportaros <strong>con</strong> dulzura, humillándoos mucho ante Dios, pero sin pena ni <strong>de</strong>sánimo.Segundo: tenéis que<br />

renovar los propósitos <strong>de</strong> enmienda que habéis hecho antes y, aunque hayáis comprobado que a pesar <strong>de</strong><br />

vuestras resoluciones seguís teniendo <strong><strong>la</strong>s</strong> mismas imperfecciones, no <strong>de</strong>jéis <strong>de</strong> procurar <strong>la</strong> enmienda,<br />

apoyándoos en <strong>la</strong> ayuda <strong>de</strong> Dios. Toda <strong>la</strong> vida seréis imperfecta y tendréis mucho que corregir, por lo que<br />

tenéis que apren<strong>de</strong>r a seguir incansablemente en este ejercicio».<br />

«Hay que someter <strong>la</strong> naturaleza a <strong>la</strong> gracia y no asombrarse por <strong><strong>la</strong>s</strong> dificulta<strong>de</strong>s que van saliendo al paso;<br />

porque siempre es preciso un <strong>con</strong>tinuo anonadamiento, y en este ejercicio hay que perseverar hasta el fin<br />

<strong>de</strong> nuestra vida, que es cuando veremos terminada nuestra tarea, si hemos perseverado, pero no antes.<br />

Tenemos que ir tejiendo nuestra perfección poco a poco, ya que nunca <strong>la</strong> en<strong>con</strong>tramos totalmente hecha a<br />

no ser que, por un mi<strong>la</strong>gro, nuestro Señor <strong>la</strong> <strong>con</strong>ceda en un instante, como hizo <strong>con</strong> san Pablo...<br />

<strong>En</strong> fin, no tenemos que asombrarnos ni acobardarnos por nuestros fallos e in<strong>con</strong>stancias, sino, <strong>con</strong><br />

dulzura y paz, humil<strong>la</strong>rnos, y elevar el corazón a Dios para proseguir en esta santa empresa, <strong>con</strong>fiando y<br />

apoyándonos en Él, que <strong>de</strong>sea darnos todo lo que para el<strong>la</strong> necesitamos y sin pedirnos a cambio nada más<br />

que nuestro <strong>con</strong>sentimiento y nuestra fi<strong>de</strong>lidad».<br />

Y si nos faltase esa fi<strong>de</strong>lidad y, a pesar <strong>de</strong> nuestra firme resolución y <strong>la</strong> lealtad <strong>de</strong> nuestro esfuerzo,<br />

cayésemos en alguna falta, aceptaremos humil<strong>de</strong>mente esa humil<strong>la</strong>ción y enseguida nos levantaremos<br />

para <strong>con</strong>tinuar <strong>la</strong> marcha por el buen camino. Es éste un punto esencial en <strong>la</strong> dirección espiritual<br />

salesiana, tan profundamente humana, siempre rebosante <strong>de</strong> <strong>con</strong>fianza y <strong>de</strong> optimismo generoso y muy<br />

alentadora.<br />

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