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En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

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«Os escribo <strong>de</strong>prisa, como casi siempre, <strong>de</strong>bido a <strong>la</strong> multitud <strong>de</strong> asuntos que me agobian»." «De haber<br />

tenido más tiempo, os hubiese escrito más or<strong>de</strong>nadamente, pero siempre escribo a retazos, cuando tengo<br />

un rato libre».<br />

Y ben<strong>de</strong>cía a Dios: «¿Qué importa me moleste yo <strong>con</strong> tal <strong>de</strong> <strong>con</strong>tribuir algo a <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

almas?».Nos <strong>de</strong>scubre que el secreto <strong>de</strong> su serenidad en su abandono a los <strong>de</strong>signios divinos, resi<strong>de</strong> en <strong>la</strong><br />

simple aceptación <strong>de</strong> todas <strong><strong>la</strong>s</strong> cruces que <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Dios nos envía:<br />

«La Cruz es <strong>de</strong> Dios, pero es Cruz porque no nos abrazamos a el<strong>la</strong>; puesto que, si estuviéramos<br />

firmemente resueltos a querer <strong>la</strong> que Él nos envía, <strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> ser cruz. Es Cruz porque no <strong>la</strong> queremos,<br />

pero si es <strong>de</strong> Dios, ¿por qué no <strong>la</strong> queremos?».<br />

«La Cruz es <strong>de</strong> Dios, y no <strong>de</strong>bemos sólo mirar<strong>la</strong>, sino <strong>con</strong>formarnos <strong>con</strong> el<strong>la</strong>, como haríamos <strong>con</strong> una<br />

persona <strong>con</strong> <strong>la</strong> que nos viéramos obligados a <strong>con</strong>vivir. Sin pensarlo más, hay que cargar <strong>con</strong> el<strong>la</strong><br />

dulcemente, tomando <strong><strong>la</strong>s</strong> cosas <strong>con</strong> sencillez, como venidas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Dios, sin más reflexiones.<br />

Desnu<strong>de</strong>z y pura simplicidad <strong>de</strong> espíritu»."Es cierto que <strong>la</strong> Cruz pue<strong>de</strong> estremecer nuestra carne, sin que,<br />

por ello, <strong>de</strong>je <strong>de</strong> exultar nuestro espíritu. Ese es el sentimiento que expresaba san <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong> a <strong>la</strong><br />

Sra. <strong>de</strong> Chantal <strong>la</strong> víspera <strong>de</strong> comenzar una visita pastoral, que prometía ser rica en mortificaciones.<br />

«Me ha <strong>de</strong>tenido una serie <strong>de</strong> asuntos urgentes, querida hija, y ahora parto para esa bendita visita, en <strong>la</strong><br />

que preveo que en cada esquina me esperan cruces diversas. Mi carne se estremece, pero mi corazón <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

adora. Sí, yo os saludo, pequeñas y gran<strong>de</strong>s cruces, espirituales o temporales, exteriores o interiores;<br />

saludo y beso vuestros pies, yo, indigno <strong>de</strong>l honor <strong>de</strong> vuestra sombra».<br />

Porque él no quiere sino lo que Dios quiera, y no ama más que su voluntad. A esto se dirigen sus<br />

exhortaciones: «No queráis más que lo que Dios quiera para vosotras; abrazad <strong>con</strong> amor los<br />

a<strong>con</strong>tecimientos y <strong><strong>la</strong>s</strong> diversas manifestaciones <strong>de</strong> su divina voluntad, sin distraeros en ninguna otra<br />

cosa»."«¡Oh, qué felices seríamos si no nos preocupásemos <strong>de</strong> lo que hacemos o sufrimos, sino únicamente<br />

<strong>de</strong> que estamos cumpliendo <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios, y el<strong>la</strong> fuera todo nuestro <strong>con</strong>tento! Es gran<strong>de</strong> y<br />

perfecta sencillez no <strong>de</strong>tenerse voluntariamente sino en solo Dios»."'<br />

Amar <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios en <strong><strong>la</strong>s</strong> pequeñas <strong>con</strong>trarieda<strong>de</strong>s cotidianas es señal <strong>de</strong> que un alma está<br />

<strong>de</strong>sprendida <strong>de</strong> sí misma, pero <strong>con</strong>servar ese amor y practicarlo, para enraizarlo en nosotros, cuando<br />

llegan a<strong>con</strong>tecimientos que <strong>de</strong>sgarran el corazón, supone haber abandonado toda nuestra voluntad en <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong> Dios.<br />

La Sra. <strong>de</strong> Boisy había <strong>con</strong>fiado su hija menor, Juana, a <strong>la</strong> Sra. <strong>de</strong> Chantal. Ésta <strong>la</strong> acogió encantada en<br />

Borgoña y ve<strong>la</strong>ba <strong>con</strong> gusto por su educación. De improviso, una rápida enfermedad se llevó a <strong>la</strong> niña.<br />

Tenía catorce años y era hermana <strong>de</strong> san <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong>... Es fácil compren<strong>de</strong>r que <strong>la</strong> baronesa se<br />

sintiera a punto <strong>de</strong> enloquecer; en su enorme angustia, había pedido al Señor que se <strong>la</strong> llevase a el<strong>la</strong> o a<br />

alguno <strong>de</strong> sus hijos, pero que salvase a <strong>la</strong> joven. El obispo, afectadísimo por esta muerte, escribió en una<br />

carta a <strong>la</strong> Sra. <strong>de</strong> Chantal manifestando su pena y su resignación:<br />

«¡Ay, hija mía!, soy tan humano como cualquiera. Nunca hubiera creído que mi corazón se <strong>con</strong>moviera<br />

tanto, pero <strong>la</strong> verdad es que <strong>la</strong> pena <strong>de</strong> mi madre y <strong>la</strong> vuestra han <strong>con</strong>tribuido mucho a mi dolor, porque<br />

he temido tanto por vuestro corazón como por el suyo. Pero por lo <strong>de</strong>más, ¡viva Jesús! yo estaré siempre<br />

<strong>con</strong>forme <strong>con</strong> <strong>la</strong> divina Provi<strong>de</strong>ncia, que todo lo hace bien y dispone <strong><strong>la</strong>s</strong> cosas <strong>de</strong>l modo mejor. Esta niña<br />

ha tenido <strong>la</strong> suerte <strong>de</strong> haber sido arrebatada <strong>de</strong>l mundo para que <strong>la</strong> malicia no pervirtiera su corazón, y <strong>de</strong><br />

salir <strong>de</strong> este sucio mundo sin mancharse. Las fresas y <strong><strong>la</strong>s</strong> cerezas se recogen antes que <strong><strong>la</strong>s</strong> peras y <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

manzanas porque maduran antes. Dejemos que Dios recoja lo que ha p<strong>la</strong>ntado en su huerto; Él todo lo<br />

coge en su momento oportuno.<br />

Podéis imaginar, querida hija, lo que amaba a esa niña. Yo le di <strong>la</strong> vida para su Salvador, pues <strong>con</strong> mi<br />

propia mano <strong>la</strong> bauticé hace unos catorce años; fue <strong>la</strong> primera criatura <strong>con</strong> <strong>la</strong> que ejercí mi sacerdocio. Yo<br />

era su padre espiritual y esperaba sacar un día algo bueno <strong>de</strong> el<strong>la</strong>; y lo que aún me <strong>la</strong> hacía más querida (y<br />

os digo <strong>la</strong> verdad) es que era vuestra. Sin embargo, mi querida hija, en ¡ni corazón <strong>de</strong> carne, al que tanto<br />

duele esta muerte, experimento cierta suavidad y paz, como un dulce reposo <strong>de</strong> mi espíritu en <strong>la</strong><br />

Provi<strong>de</strong>ncia divina, que llenan mi alma <strong>de</strong> un gran gozo en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> pena».<br />

Si el obispo, a pesar <strong>de</strong> su extremo dolor, permaneció dulcemente resignado, ¿cuál fue <strong>la</strong> reacción <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Sra. <strong>de</strong> Chantal ante esta <strong>de</strong>sgracia?<br />

«Explicadme, querida hija -le preguntaba san <strong>Francisco</strong>- qué queréis <strong>de</strong>cir cuando me escribís que en esta<br />

ocasión os habéis visto tal como sois. Decidme, os ruego: ¿es que nuestra brúju<strong>la</strong> no ha tendido siempre a<br />

su hermosa estrel<strong>la</strong>, a su astro santo, a su Dios? ¿Qué ha hecho vuestro corazón? ¿Habéis escandalizado a<br />

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