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En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

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lo que pueda inducirlos a vuestro <strong>de</strong>seo, y sin que parezca que queréis instruirlos o ganároslos, hacer<br />

nacer poco a poco santas inspiraciones y pensamientos en su alma. Así ganaréis mucho más que <strong>de</strong><br />

cualquier otra forma, sobre todo si a ello añadís <strong>la</strong> oración».<br />

El obispo insiste para que el<strong>la</strong> ceda <strong>con</strong> humil<strong>de</strong> <strong>de</strong>ferencia a <strong>la</strong> voluntad seguramente tiránica, <strong>de</strong> su<br />

padre y <strong>de</strong> su marido, a los que, sin duda ha exasperado <strong>con</strong> su celo impaciente:<br />

«¡Ay, Dios mío, qué padre y qué marido tenéis! Ya veis, están un poco celosos <strong>de</strong> su mando y dominio,<br />

pues los creen vio<strong>la</strong>dos en cuanto se hace algo sin su autorización y mandato. ¡Qué le vamos a hacer!<br />

Permitámosles ese pequeño rasgo tan humano. Quieren ser los amos. ¿No es eso? Tienen razón respecto a<br />

<strong>la</strong> asistencia que les <strong>de</strong>béis. Pero estos buenos señores no se dan cuenta <strong>de</strong> que para el bien <strong>de</strong>l alma hay<br />

que creer a los directores y médicos espirituales y, salvados los <strong>de</strong>rechos que tienen sobre vos, tenéis que<br />

procurar vuestro bien interior por los medios que juzguen <strong>con</strong>venientes quienes están puestos para guiar<br />

<strong><strong>la</strong>s</strong> almas. No obstante esto, hay que <strong>con</strong><strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r mucho, soportar sus pequeñas manías y ce<strong>de</strong>r cuanto<br />

se pueda sin quebrantar nuestros buenos propósitos. Amoldarse así será muy <strong>de</strong>l agrado <strong>de</strong> nuestro Señor.<br />

Ya os lo he dicho otras veces: cuanto menos vivamos según nuestro gusto y cuanto menos <strong>de</strong> propia<br />

elección haya en nuestros actos, más habrá <strong>de</strong> bondad y <strong>de</strong> sólida <strong>de</strong>voción. Hay veces que es preciso<br />

<strong>de</strong>jar a nuestro Señor para dar gusto a los <strong>de</strong>más por amor a Él.Y no, no puedo <strong>con</strong>tenerme, querida hija,<br />

y <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> <strong>de</strong>ciros lo que pienso; sé que os parecerá bien todo lo que proviene <strong>de</strong> mi sinceridad.Acaso<br />

hayáis dado vos misma motivo a que ese bondadoso padre y ese bondadoso marido se mezclen en <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

cosas <strong>de</strong> vuestra <strong>de</strong>voción y se irriten. ¿Quién sabe? A lo mejor os habéis precipitado y afanado<br />

excesivamente y habéis querido obligarlos también a ellos, agobiándolos. Si es así, sin duda ésa es <strong>la</strong><br />

causa <strong>de</strong> que ellos ahora cada uno tire <strong>de</strong> su <strong>la</strong>do. Hay que intentar en lo posible que nuestra <strong>de</strong>voción no<br />

resulte molesta».<br />

La <strong>de</strong>voción molesta nunca fue <strong>de</strong>l gusto <strong>de</strong> san <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong>:<br />

«Ya os lo he dicho, y ahora os lo escribo, señora: no quiero una <strong>de</strong>voción extravagante, perturbadora,<br />

me<strong>la</strong>ncólica, molesta, sino una piedad dulce, suave, pacífica, agradable; en una pa<strong>la</strong>bra, una piedad<br />

totalmente franca, que se haga amar ante todo por Dios y <strong>de</strong>spués por los hombres... Fijaos bien y no<br />

olvidéis lo que os he dicho: ofreced y entregad en todo momento vuestro corazón a Dios, suspirad por Él,<br />

haced agradable vuestra <strong>de</strong>voción sobre todo a vuestro marido, y vivid alegre en vuestro estado <strong>de</strong> vida».<br />

Admiremos este último inciso. Precisamente porque ama el estado <strong>de</strong> vida que ha abrazado, <strong>la</strong> esposa,<br />

como abeja vigi<strong>la</strong>nte, va fabricando cuidadosamente <strong>la</strong> miel <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>voción al mismo tiempo que <strong>la</strong> cera<br />

<strong>de</strong> sus quehaceres domésticos. Agrada así a Dios, <strong>con</strong>tenta santamente a su marido e irradia a su<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>la</strong> dulzura <strong>de</strong> <strong>la</strong> paz, tan esencial a <strong>la</strong> dicha en el hogar.<br />

«Vivid en paz, queridísima hija, marchad fielmente por el camino en que Dios os ha puesto; cuidad <strong>de</strong> dar<br />

santamente gusto a aquél <strong>con</strong> quien Dios os ha asociado y, cual abejita, fabricad <strong>la</strong> miel <strong>de</strong> <strong>la</strong> sagrada<br />

<strong>de</strong>voción y también, haced <strong>la</strong> cera <strong>de</strong> vuestras tareas domésticas; porque, si <strong>la</strong> primera es muy <strong>de</strong>l gusto<br />

<strong>de</strong> nuestro Señor, que en el mundo comía manteca y miel, <strong>la</strong> otra es también en honor suyo, ya que sirve_<br />

para hacer los cirios encendidos <strong>de</strong> <strong>la</strong> edificación <strong>de</strong>l prójimo».<br />

Estad alegres<br />

Esta paz se ilumina por el gozo. Caminar siempre alegremente, ser santamente gozoso, <strong>con</strong>servar el<br />

corazón en paz, todo eso es lo que pi<strong>de</strong> san <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong> a sus hijas espirituales:<br />

«Aquí estoy escribiéndoos y no sé qué <strong>de</strong>ciros sino que vayáis <strong>con</strong> alegría por el celestial camino en que<br />

Dios os ha puesto... Estad gozosa en el Señor, mi querida hija, y <strong>con</strong>servad en paz vuestro corazón».<br />

«Permaneced toda en Dios, queridísima hija, vivid santamente gozosa, dulce y apacible». «Vivid<br />

generosa y noblemente gozosa en Aquél que es nuestra única alegría».«Vivid alegre, toda llena <strong>de</strong> Dios y<br />

<strong>de</strong> su santo amor».<br />

Porque Dios nos quiere alegres.<br />

«Vivid gozosa y sed generosa; Dios, a quien amamos y a quien estamos <strong>con</strong>sagrados, nos quiere así».<br />

El obispo <strong>de</strong> Ginebra <strong>de</strong>sea también el gozo a <strong>la</strong> Madre <strong>de</strong> Chantal, a <strong>la</strong> que está estrechamente unido, en<br />

Cristo:<br />

«¡Oh, mi queridísima Madre!, ¡vivid muy alegre, muy animosa, muy dulce, muy unida al Salvador, y que<br />

<strong>la</strong> divina bondad se digne ben<strong>de</strong>cir <strong>la</strong> santa unidad que ha creado en nosotros y <strong>la</strong> santifique cada vez<br />

más!».<br />

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