10.05.2013 Views

En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

En las fuentes de la alegria con S.Francisco de Sales - FUNDACIÓN ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

«Haced <strong>con</strong> particu<strong>la</strong>r cuidado todo lo que podáis por adquirir <strong>la</strong> dulzura <strong>con</strong> los vuestros, o sea, en<br />

vuestra casa; no digo que haya que ser b<strong>la</strong>ndo ni flojo, sino dulce y suave. Tenéis que pensar en esto al<br />

llegar a casa, al salir <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, por <strong>la</strong> mañana, al mediodía, siempre; que sea éste vuestro principal cuidado,<br />

durante algún tiempo, <strong>de</strong>jando un poco <strong>de</strong> <strong>la</strong>do lo <strong>de</strong>más».<br />

Y a otra: «Procurad ser dulce y afable <strong>con</strong> todo el mundo y, sobre todo, en casa... Soportad <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

imperfecciones <strong>de</strong> todos, pero principalmente <strong><strong>la</strong>s</strong> <strong>de</strong> los <strong>de</strong> casa».<br />

Y una vez más: «Esforzaos en practicar <strong>la</strong> humil<strong>de</strong> dulzura que <strong>de</strong>béis a vuestro marido, y a todo el<br />

mundo, porque es <strong>la</strong> virtud <strong>de</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> virtu<strong>de</strong>s que tanto nos ha recomendado nuestro Señor».<br />

<strong>En</strong> el mismo sentido escribía a una señora: «Todas <strong><strong>la</strong>s</strong> mañanas, <strong>de</strong>beríais pedir a Dios que os diese <strong>la</strong><br />

verda<strong>de</strong>ra dulzura <strong>de</strong> corazón que Él <strong>de</strong>sea para <strong><strong>la</strong>s</strong> almas que le sirven; y tomar <strong>la</strong> resolución <strong>de</strong> practicar<br />

esta virtud especialmente <strong>con</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> dos personas <strong>con</strong> quienes estáis más obligada. Debéis ejercitaros en<br />

esto, recordándolo cien veces al día y encomendando a Dios este buen <strong>de</strong>seo; creo que lo que más<br />

necesitáis para someteros a <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios es ser cada vez más dulce, poniendo vuestra <strong>con</strong>fianza en<br />

su bondad. Qué feliz seréis, querida hija, si hacéis esto, porque Dios habitará en vuestro corazón y en él<br />

reinará <strong>con</strong> toda paz. Pero si cometieseis alguna falta, no perdáis el ánimo, recobraos enseguida, como si<br />

no hubieseis caído. Esta vida es corta y se nos ha dado para ganar <strong>la</strong> otra; y <strong>la</strong> emplearéis bien si sois<br />

dulce <strong>con</strong> esas dos personas <strong>con</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> que Dios os ha puesto».<br />

El precio <strong>de</strong> <strong>la</strong> dulzura<br />

¡Es posible que os moleste un mo<strong>de</strong>lo tan perfecto; quizá, como excusa para no imitarlo <strong>de</strong> cerca, os<br />

digáis: ¡al fin y al cabo, él era un santo...!<br />

¿No sabéis que san <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong> tuvo que luchar para <strong>con</strong>seguir esta perfecta dulzura? Alguna vez<br />

se le escapó el genio, como «el día <strong>de</strong> nuestra Señora», cuando el sacristán tocó <strong>la</strong> campana antes <strong>de</strong> que<br />

hubiese acabado el sermón. «Esa fue una falta más, dijo, entre otras muchas». Y pudo <strong>con</strong>fesar: «No hay<br />

vez que me haya enfadado, por mucha razón que tuviera, sin que <strong>de</strong>spués haya tenido que re<strong>con</strong>ocer que<br />

hubiera hecho mucho mejor en no encolerizarme»<br />

Incluso cuando ya <strong><strong>la</strong>s</strong> lecciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia y el trabajo secreto <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia le habían llevado a una<br />

indiferencia y a un <strong>de</strong>sprendimiento casi absoluto, como refleja esta <strong>con</strong>fesión: «Quiero pocas cosas, y <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

que quiero, <strong><strong>la</strong>s</strong> quiero poco. Apenas tengo <strong>de</strong>seos y si volviera a nacer, quisiera no tener ninguno»,<br />

incluso entonces, se le ocasionaba casi un movimiento <strong>de</strong> impaciencia si, olvidando <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> que él dio en<br />

otro tiempo a <strong>la</strong> Sra. <strong>de</strong> Chantal -«hay que hacerlo todo por amor, nada por fuerza»-, se pretendía <strong>con</strong>vencerle<br />

<strong>de</strong> que el mérito <strong>de</strong> nuestros actos se mi<strong>de</strong> por su dignidad o por <strong>la</strong> dificultad en su ejecución, y<br />

no por el amor que los inspira y anima. Dice Mons. Camus: «Siempre que se le <strong>de</strong>cía: hay mucho más<br />

mérito en hacer esto que esto otro; esta acción es <strong>de</strong> mayor mérito que esa otra... sin hacer mención <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

caridad, fruncía el ceño y <strong>de</strong>mostraba su disgusto y su pena».<br />

San <strong>Francisco</strong> <strong>de</strong> <strong>Sales</strong> tuvo que vigi<strong>la</strong>r <strong>con</strong>stantemente su naturaleza. Él mismo nos cuenta que una vez,<br />

a causa <strong>de</strong> una injuria, había sentido «hervir <strong>la</strong> cólera en su cerebro como el agua en un puchero sobre el<br />

fuego»; y que otra vez, «<strong>con</strong> ocasión <strong>de</strong> un enfado muy fuerte y muy justo, se vio forzado a tomar <strong><strong>la</strong>s</strong><br />

riendas <strong>de</strong> su cólera <strong>con</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> dos manos, para parar<strong>la</strong>».<br />

No le faltaban ocasiones <strong>de</strong> ejercitar <strong>la</strong> dulzura <strong>con</strong>teniendo una irritación que nos hubiera parecido muy<br />

justificada. Cuando <strong>la</strong> <strong>con</strong>strucción <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong> Annecy, unos bribones «<strong>con</strong> mucha impertinencia,<br />

expulsaban a pedradas a los obreros y les hacían otras muchas faenas pesadas». Uno llegó, incluso, a dar<br />

golpes a los andamios <strong>con</strong> un hacha.Advirtieron <strong>de</strong> ello al obispo, que acudió enseguida. «Amigo mío,<br />

suplicó por tres veces al <strong>de</strong>scarado, os ruego no sigáis». Y como el otro no hacía caso, <strong>Francisco</strong> le cogió<br />

el hacha <strong>de</strong> <strong><strong>la</strong>s</strong> manos y <strong>con</strong> voz firme le dijo que iba a «hacerle saber hasta dón<strong>de</strong> llega el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> un<br />

obispo». El inci<strong>de</strong>nte dio mucho que hab<strong>la</strong>r, hasta el punto que <strong>Francisco</strong> tuvo que escribir a uno <strong>de</strong> sus<br />

amigos:<br />

«Os aseguro que me he reído <strong>de</strong> buena gana al leer al final <strong>de</strong> vuestra carta que os habían dicho que yo<br />

estaba irritadísimo y que había dicho todo eso que me <strong>con</strong>táis... Soy un pobre hombre, sujeto a pasiones,<br />

pero, por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que soy pastor no he dicho nunca una pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> cólera apasionada a<br />

mis ovejas. Es cierto que al ver cómo se resistían estos pobres N N, amenacé a uno <strong>con</strong> su superior y al<br />

otro <strong>con</strong> N; pero no hice nada más que lo que tenía que hacer y lo repetiría en ocasión simi<strong>la</strong>r. Yo estaba<br />

realmente alterado, pero <strong>con</strong>tuve mi emoción y he <strong>con</strong>fesado mi <strong>de</strong>bilidad a nuestra Madre, quien en esta<br />

ocasión, igual que me sucedió a mí, tampoco tuvo ninguna pa<strong>la</strong>bra acalorada».<br />

70

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!