XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos
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HAGIOGRAFÍA<br />
La noble reciprocidad entre Alipio y Agustín en la Roma<br />
de Teodosio.<br />
Agustín siente la nostalgia africana.<br />
“Cuando se paseaba bajo los lugares sombreados <strong>del</strong><br />
Janículo o los jardines de Salustio, se decía a sí<br />
mismo lo que más tarde repetiría a sus oyentes en<br />
Hipona: “Coged a un africano, introducidlo en un lugar<br />
de frescor y de verdor y no permanecerá allí un<br />
momento. Tiene que irse y volver al ardiente desierto”.<br />
Ante la ciudad de oro extendía a sus pies y los montes<br />
Sabinos allá en el horizonte, Agustín evocaba la<br />
dulzura femenina de los crepúsculos sobre le lago de<br />
Túnez, el encanto de las noches de luna sobre el golfo<br />
de Cartago y ese sorprendente paisaje que se descubre<br />
desde la terraza de Vyssa: la grandeza de la campiña<br />
romana era totalmente incapaz de hacérselo olvidar”.<br />
Agustín se hospeda en casa de su amigo Alipio y ya se<br />
ha hecho con algunos alumnos.<br />
“Su huésped y sus amigos maniqueos le habían<br />
prestado utilísimos servicios. Aunque estaban obligados<br />
a ocultar sus creencias a raíz <strong>del</strong> edicto de Teodosio,<br />
los maniqueos eran bastante numerosos en la ciudad.<br />
Formaban una iglesia oculta, fuertemente organizada, y<br />
cuyos adeptos contaban con complicidades en todas las<br />
clases de la sociedad romana. Quien más le ayudó a<br />
darse a conocer y a reclutar estudiantes fue su amigo<br />
Alipio, “el hermano de su corazón”, que había ido a<br />
Roma antes que él con el propósito de hacer unos cursos<br />
de derecho, de acuerdo con el deseo de sus padres.<br />
Maniqueo él mismo, convertido por Agustín,<br />
perteneciente a una de las principales familias de<br />
Tagaste, no había tardado en ocupar en la<br />
administración imperial un puesto importante. Era<br />
asesor <strong>del</strong> tesorero general o “conde de los larguezas<br />
de Italia” y juzgaba en materia fiscal. Gracias a su<br />
prestigio y a sus relaciones en los medios maniqueos,<br />
era un amigo precioso para el recién desembarcado, un<br />
amigo que podía prestarle servicios no solamente de<br />
tipo económico, sino también consejos. Por sentir poca<br />
afición o aptitud por la especulación, este Alipio era<br />
un espíritu práctico, un alma recta y absolutamente<br />
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