XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos
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HAGIOGRAFÍA<br />
Índice<br />
San Antonio y el faro de Alejandría<br />
Seny.-El sectarismo.<br />
Agustín aturdido por la comodidad<br />
Seny.-Presidente incapacitado<br />
La glotoneria romana.<br />
Sey.-Causas y efectos económicos.<br />
Roma corrupta.<br />
Seny.-Tea Party.<br />
Catalina convierte a <strong>del</strong>incuentes.<br />
Seny.-Los principios y Tea Party.<br />
Juana cambia de táctica.<br />
Seny.-Tea party y su sencillez.<br />
Una famoso soldado raso de Juana de Arco.<br />
Seny.-La calle es para todos.<br />
La asombrosa despedida de María Dávila.<br />
Seny.-Sinceridad y democracia.<br />
Con Bosco y <strong>Domingo</strong> Sabio<br />
Seny.-Un muro de ignorancia<br />
El Pelé a los altares.<br />
Seny.-Progresismo.<br />
HAGIOGRAFÍA<br />
Tesis.-Nosotros a Dios siempre le causamos afán misericordioso (A), tanto que<br />
Él mismo se nos da (B). Fuera de Él, sólo vaciedad (C).<br />
Lema.-La voluntad divina (C) es el tesoro eterno (A) que sacia a todos (B).<br />
San Antonio en derredor <strong>del</strong> Faro de Alejandría.<br />
Seny.-Pablo Castellano.<br />
“No hay una sola institución que se salve de sectarismo, participación, sospecha de<br />
alineamiento, no con los intereses generales, sino con los <strong>del</strong> partido que de ella se<br />
ha apoderado”. (Época nº 1333).<br />
“Al anochecer se encontró cerca <strong>del</strong> puerto, con sus<br />
largos muelles de granito. La noche cayó, pero no le<br />
trajo ningún reposo para la vista ni para el oído. El<br />
clamor <strong>del</strong> puerto se mezclaba con el bramido <strong>del</strong> mar y<br />
una luz relampagueaba a través de la oscuridad, más<br />
atemorizadora que la luz de fuego fatuo de los malos<br />
espíritus de la tumba. Era la luz de la famosa atalaya,<br />
el símbolo <strong>del</strong> gran puerto, que se levantaba a una<br />
altura de cuatrocientos pies, en el islote de Faros”.<br />
“Al amanecer de la mañana siguiente, la colorida<br />
baraúnda de la vida metropolitana, estaba otra vez en<br />
plena acción. Sin embargo, Antonio no se sintió<br />
impresionado por ella. ¡De igual modo que no había sido<br />
impresionado por el montón de oro en el desierto¡ Para<br />
él la pompa de la ciudad era simplemente una ilusión<br />
diabólica. Y así se puso en camino hasta dejar atrás la<br />
encantadora fachada de Alejandría, donde el demonio<br />
proseguía su obra abiertamente y donde sus obedientes<br />
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