XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos
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HISTORIA<br />
Lema.-La voluntad divina (C) es el tesoro eterno (A) que sacia a todos (B).<br />
La crueldad de Crammer, obispo, y la fortaleza de<br />
Catalina.<br />
Seny.-“Para el torero Luis Dominguín, -como para Napoleón- la palabra imposible<br />
solamente existía en el vocabulario de los cobardes”.<br />
Le habían presentado al obispo Crammer. Catalina lo<br />
define como “esa sombra”. Y añade: “Imparcial¡ El lugar<br />
había sido más imparcial si hubiera sido decidido en el<br />
Infierno, porque creo que los propios demonios tiemblan<br />
al ver la verdad tan oprimida”.<br />
“Tras esta entrevista la trasladan a Buckden<br />
(Cambridgeshire), lugar agreste, poco poblado,<br />
insalubre, con perpetuas brumas en los pantanos. Allí<br />
gastará mucho tiempo en oración y ayuno frecuente dando<br />
limosnas en la medida de sus posibilidades, Su recreo<br />
consistía en bordar para las iglesias y todavía se<br />
conservan preciosas muestras de sus manos”.<br />
“Todos la amaban; los lugareños le envían sus pobres<br />
regalos. Poco a poco va recobrando la sonrisa. Allí<br />
recibe noticias de la tardía resolución de Roma a favor<br />
de su matrimonio y de las violentas represalias de<br />
Enrique con el Acta de Sucesión y los estatutos<br />
aprobados en el Parlamento, implantando un régimen de<br />
terror”.<br />
“Brutalmente, lo mismo que a María, le comunican y<br />
reiteran que tiene que jurar el Acta de Sucesión y<br />
abandonar el título de reina. Para mayor consternación<br />
de Dª Catalina, Cuthbert Tunstall, antaño gran amigo de<br />
Tomás Moro y de Fisher, preside aquella <strong>del</strong>egación.<br />
Y ella le dice: “cállate, obispo, y no me sigas<br />
hablando (...). Yo soy reina y reina voy a morir. En<br />
justicia el Rey no puede tener otra esposa. Que ésta<br />
sea vuestra respuesta”.<br />
“Se atreven a amenazarla de muerte, siguiendo<br />
instrucciones <strong>del</strong> Rey”. Ella responde.<br />
“¿Quién de vosotros es el verdugo? Rápido,<br />
ejecutadme ahora mismo si tenéis firmada la orden, pero<br />
hacedlo frente al pueblo. ¡No me asesinéis en secreto,<br />
aquí, en mi cámara”.<br />
“Abochornados y molestísimos, huyen de su presencia;<br />
el Rey explicaría después al cuerpo diplomático que<br />
había enviado a los obispos para que la exhortaran “de<br />
forma más amable”.<br />
“Lo mismo que la Reina, sus servidores rehúsan jurar<br />
y los españoles recurren a un truco verbal sugerido por<br />
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