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XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

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SOCIEDAD<br />

Tesis.-Nosotros a Dios siempre le causamos afán misericordioso (A), tanto que<br />

Él mismo se nos da (B). Fuera de Él, sólo vaciedad (C).<br />

Lema.-La voluntad divina (C) es el tesoro eterno (A) que sacia a todos (B).<br />

El mal difuso y su condición de “común”. El mal común<br />

sustituye al “bien común”.<br />

Seny.-Susun Boyle en su Navidad infantil.<br />

“Hacíamos cadenas de papel y escuchábamos el cuento más bonito de todos, la<br />

historia <strong>del</strong> nacimiento de Jesús. Cantábamos villancicos”.<br />

“Se trata a menudo de daños indeterminables, bien por la<br />

relativa oscuridad de sus contornos, bien por la cotidianidad<br />

con que transcurren o por lo imposible de cuantificarlos. En<br />

cierto sentido, son invisibles. Se ha escrito que hoy no es<br />

posible localizar físicamente el Mal, nadie puede señalarlo,<br />

porque el malvado no tiene aspecto. Es el Mal mismo quien nos<br />

propone monigotes para distraernos de él. Subrayemos entonces lo<br />

difícil de su individuación: lo mismo de percibir su agencia<br />

como su omisión y la responsabilidad que en ambos supuestos se<br />

le apareja. Se ha llamado por eso mal difuso, como “un<br />

comportamiento cuyos efectos están tan alejados de las<br />

actividades y de la conducta que constituyó su causa que no<br />

existe sospecha de ninguna relación causal, no se percibe ningún<br />

sentimiento de culpa o de infracción”. Eso que puede<br />

caracterizar a muchos de ellos es justamente su normalidad y,<br />

con ella, la inconsciencia acerca de tales daños y la<br />

neutralización de nuestra sensibilidad moral o política hacia<br />

ellos. Tal vez, frente a la idea de bien común, habría que<br />

recurrir a la idea de un mal común, ese daño compartido y <strong>del</strong><br />

que nadie se libra. Así nos pasan también desapercibidas<br />

categorías enteras de víctimas. No es paradoja que el primer<br />

daño sea la ausencia pública <strong>del</strong> daño mismo”. (Aurelio Arteta:<br />

El mal consentido, I, Alianza Editorial 010).<br />

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