XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos
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Miel dulce al amargo acíbar,<br />
Principio al fin, bien al mal.<br />
“Déjame en paz, amor tirano, déjame en paz”.<br />
MAGISTERIO<br />
El Estado y la consideración como matrimonio el<br />
contraído por personas <strong>del</strong> mismo sexo. ABC 22-7-04.<br />
“La Conferencia episcopal española en su documento<br />
“a favor <strong>del</strong> verdadero matrimonio” exhorta a los<br />
diputados católicos a votar en contra <strong>del</strong> proyecto de<br />
ley que considerará como matrimonios las uniones<br />
contraídas por personas <strong>del</strong> mismo sexo. Nadie puede<br />
negar ni vulnerar la libertad de expresión, el derecho<br />
que asiste a los obispos a pronunciarse sobre<br />
cuestiones morales y jurídicas, incluso por supuesto a<br />
dirigirse no sólo a los católicos sino a todos los<br />
hombres y a la autoridad política legítima. Por lo que<br />
se refiere al contenido de su exhortación le asiste<br />
además la razón”.<br />
“El documento reconoce la dignidad inviolable de<br />
los homosexuales y la condena de cualquier forma de<br />
menosprecio, maltrato o discriminación. Condena sin<br />
matices todas las violaciones de sus derechos y los<br />
comportamientos que lesionen su dignidad. Además en<br />
cuanto cristianos los homosexuales están “llamados a<br />
participar en la vida y en la misión de la Iglesia”.<br />
Pero no existe un derecho a contraer matrimonio sino<br />
entre personas de distinto sexo. El matrimonio sólo<br />
puede contraerse entre un varón y una mujer. Y no es<br />
éste un principio dogmático propio de la Iglesia<br />
católica y válido sólo para católicos sino un principio<br />
fundamental de todo Derecho, ya que se asienta en la<br />
naturaleza humana y en la de la institución<br />
matrimonial. Admitir un inexistente matrimonio entre<br />
personas <strong>del</strong> mismo sexo entrañaría un grave daño al<br />
bien común, a la justicia y a la institución familiar.<br />
No se trata de argumentos de fe que sólo obliguen a los<br />
creyentes sino de poderosas razones antropológicas,<br />
sociales y jurídicas que avalan la complementariedad<br />
natural entre los sexos, el interés de los hijos y el<br />
buen uso de las palabras de padre y madre. La<br />
imposibilidad de que las parejas <strong>del</strong> mismo sexo<br />
procreen es pura cuestión de hecho. Si se aprueba la<br />
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