XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos
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“En efecto en la Eucaristía recibimos también la<br />
garantía de la resurrección corporal al final <strong>del</strong><br />
mundo: ”El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene<br />
vida eterna y Yo le resucitaré en el último día”. “Esta<br />
garantía de la resurrección futura proviene de que la<br />
carne <strong>del</strong> Hijo <strong>del</strong> hombre, entregada como comida, es su<br />
cuerpo en el estado glorioso <strong>del</strong> resucitado. Con la<br />
Eucaristía se asimila el secreto de la resurrección.<br />
Por eso san Ignacio de Antioquia definía con acierto el<br />
Pan eucarístico “fármaco de inmortalidad, antídoto<br />
contra la muerte”.<br />
Mientras el cosechero de grandes graneros olvidó<br />
poner el motivo de su esperanza en otro granero mejor,<br />
el que se encuentra el Dios vivo, trigo de nuestros<br />
sagrarios, semilla de eternidad.<br />
Mg.- La Eucaristía y la vida consagrada<br />
“Los consagrados incluso desempeñando muchos<br />
servicios en el campo de la formación humana y en la<br />
atención a los pobres, en la enseñanza o en asistencia<br />
a los enfermos, saben que el objeto principal de su<br />
vida es la “contemplación de las cosas divinas y la<br />
unión asidua con Dios”.<br />
“El testimonio virginal precisamente en relación<br />
con el misterio de la Eucaristía. En efecto manifiesta<br />
su relación con la virginidad consagrada, ya que es<br />
expresión de la consagración exclusiva de la Iglesia a<br />
Cristo, que ella con fi<strong>del</strong>idad radical y fecunda acoge<br />
como a su Esposo. La virginidad consagrada encuentra en<br />
la Eucaristía inspiración y alimento para su entrega<br />
total a Cristo. Además en la Eucaristía obtiene<br />
consuelo e impulso para ser, también en nuestro tiempo,<br />
signo de amor gratuito y fecundo de Dios para la<br />
humanidad. A través de su testimonio específico, la<br />
vida consagrada se convierte objetivamente en<br />
referencia y anticipación de aquella “bodas <strong>del</strong><br />
Cordero” (Ap 19, 7-9), meta de toda la historia de la<br />
salvación. En este sentido es una llamada eficaz al<br />
horizonte escatológico que todo hombre necesita para<br />
poder orientar su propias opciones y decisiones de<br />
vida”. (S. Caritatis, nº 82).<br />
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