XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos
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HISTORIA<br />
Lema.-La voluntad divina (C) es el tesoro eterno (A) que sacia a todos (B).<br />
La debilidad ibérica y la agilísima caballería árabe.<br />
Seny.-“Muchas empresas de inversión buscan una valoración e información sobre el<br />
riesgo mucho más a fondo”. (Damián Burleigh).<br />
“El primer empuje de los nuevos invasores moros y<br />
árabes, después de la victoria de Janda, fue casi un<br />
paseo militar. Tan brillante fue aquella primera<br />
entrada militar de Tarik que al año siguiente, su jefe<br />
superior, Muza, gobernador de África, vino en persona a<br />
España para continuar la conquista. Muza trabajo un<br />
ejército ya más numeroso y más escogido. La base<br />
principal de ese ejército era la caballería. Los moros<br />
tenían caballos excelentes y ligeros y acostumbrados a<br />
las largas caminatas <strong>del</strong> desierto, solían ser<br />
magníficos jinetes. Por eso su caballería traía a<br />
España un nuevo modo de combatir, en el que la defensa<br />
<strong>del</strong> jinete se basaba en la velocidad de su embestida, y<br />
no, como entre los cristianos, en las corazas y mallas<br />
protectoras que, con su mucho peso, hacían más lento el<br />
paso <strong>del</strong> caballo”.<br />
“Cuando entraban en batalla, los moros colocaban sus<br />
tropas de este modo: <strong>del</strong>ante, una primeras filas de<br />
arqueros que tiraban de rodillas; detrás, otras líneas<br />
de arqueros que tiraban de pie sobre las cabezas de los<br />
anteriores; y detrás, protegida por éstos, la<br />
caballería. Cuando los arqueros, con un intenso tiroteo<br />
de flechas, veían quebrantado al enemigo, se abrían, de<br />
repente, hacia los lados, y entonces la caballería, a<br />
gran velocidad, pasaba entre ellos y caía sobre el<br />
ejército contrario”.<br />
“De este modo, las tropas de Muza, unidas ya a las<br />
de Tarik, se extendieron con rapidez y facilidad por<br />
gran parte de España y lograron, a los dos años de la<br />
batalla de Janda, entrar en Toledo, la antigua capital<br />
de los godos”.<br />
“En realidad la resistencia seguía siendo casi nula.<br />
Los godos no tenían ya fuerza para nada; y en cuanto a<br />
los españoles-romanos, como no eran más que un pueblo<br />
sometido de mala gana, no sentían gran deseo de<br />
defender el reino godo y les daba lo mismo cambiar de<br />
amos y someterse a los nuevos invasores”. (José María<br />
Pemán: Historia de España, c. VII).<br />
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