XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos
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ESTUDIO<br />
La razón de ser de la cortesía<br />
Alejandro Bayer: Nuestro <strong>Tiempo</strong>, n. 916.<br />
“La cortesía se nos aparece de un modo más claro<br />
(como una respuesta al que está ahí hablándonos) que<br />
aquel que está vigente en nuestros usos <strong>del</strong> término o<br />
de sus asociados. La cortesía no es –salvo por tanto<br />
corrupción posible en el mundo <strong>del</strong> espíritu- pura<br />
formalidad, pies sin estructura. Es más bien el<br />
refinamiento en los modos de respuesta, <strong>del</strong> mismo modo<br />
en que la hospitalidad es la debida acogida al ser<br />
humano presente, la respuesta adecuada a quien reclama<br />
con su sola presencia. La cortesía es la prima o quizá<br />
la hermana de la cordialidad, y eso se hace claro al<br />
considerar el origen de esas dos nociones –de algún<br />
modo aún vigente- con las cuales se expresaba la<br />
cualidad de aquellos modos de actuar que manifestaban<br />
la apertura <strong>del</strong> corazón (en latín cordis), la<br />
<strong>del</strong>icadeza de quien sabía y no en teoría cuál era la<br />
respuesta adecuada a un ser humano. Parte considerable<br />
de la Edad Media (esa que merece mayúsculas a pesar de<br />
la ignorancia de tantos que la llaman la edad oscura),<br />
de la que aún quedan rezagados, está tocada por el<br />
sentido de lo cortés, tan asociado a lo caballeresco, y<br />
que en la mujer tiene su noción correspondiente en la<br />
calidad de la dama, de la señora”.<br />
“Poco a poco la formas en que las relaciones<br />
humanas se establecían fueron puliéndose o refinándose<br />
de tal manera (infortunadamente pero no ya en la Edad<br />
Media, hasta límites insoportables para el espíritu<br />
libre que la rudeza iba quedando relegada a quienes no<br />
pasaban por ese arduo proceso de instrucción de y en<br />
las formas. Las maneras propias de la vida citadina,<br />
urbana, de quienes habitaban (¿debemos decir formaban y<br />
eran formados por?) la cívitas, fueron haciéndose<br />
importantes hasta el punto de poderse aplicar el nombre<br />
de villano a quien -a fuerza de no pertenecer a la<br />
ciudad y a todo lo que tal pertenencia implicaba- se<br />
comportaba contra la sociedad, contra el hombre mismo.<br />
Y así se hizo aunque inicialmente esa noción sólo<br />
designara al rudo que venía de las afueras de la ciudad<br />
y cuyo porte y maneras correspondían al tipo de vida<br />
que nunca se depura, que vive en la carencia de reglas<br />
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