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XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

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ESTUDIO<br />

Tesis.-Nosotros a Dios siempre le causamos afán misericordioso (A), tanto que<br />

Él mismo se nos da (B). Fuera de Él, sólo vaciedad (C).<br />

Lema.-La voluntad divina (C) es el tesoro eterno (A) que sacia a todos (B).<br />

La negación <strong>del</strong> milagro y su racionabilidad.<br />

Seny.-Pablo Castellano y el encanallamiento de la vida pública y sectaria.<br />

“El periódico progresista, para que los conservadores no vuelvan (¿es que se han<br />

ido?) tapa el crimen de estado, silencia la corrupción si es de los de su camada, se<br />

escandaliza de la de los contrarios, y pide a gritos la clara distinción de la Iglesia<br />

y <strong>del</strong> Estado”. (Época 1352).<br />

“Ha salido por ahí la extraordinaria idea de que los<br />

que niegan el milagro saben considerar fría y<br />

directamente los hechos, mientras que los que aceptan<br />

el milagro relacionan siempre los hechos con el dogma<br />

previamente aceptado. Y lo que pasa es lo contrario:<br />

los creyentes aceptan el milagro (con o sin razón)<br />

porque a ello los obligan las evidencias. Los<br />

descreídos lo niegan (con o sin razón) porque a ello<br />

los obliga la doctrina que profesan. Lo sincero, lo<br />

democrático, es aceptar el testimonio de la frutera que<br />

nos asegura haber visto milagros, así como lo aceptamos<br />

cuando nos asegura haber presenciado una riña. Lo<br />

popular y sencillo es aceptar lo que el labriego cuenta<br />

de los duendes que ha visto, así como se acepta lo que<br />

cuenta el amo. En su calidad de labriego, pudiera tener<br />

una gran dosis de saludable agnosticismo respecto de<br />

ambos; con todo, pudiera poblarse el Museo Británico<br />

con los testimonios de los labriegos en por de la<br />

existencia de los duendes. Apenas se acude al<br />

testimonio humano, y éste parece soltarse como una<br />

catarata, en abono de lo sobrenatural. Quien lo<br />

rechaza, una de dos: 1.-o rechaza el testimonio <strong>del</strong><br />

labriego sobre el duende porque el pobre hombre es un<br />

labriego, o porque el testimonio es relativo a los<br />

duendes; 2.-o niega, pues, el principio capital de la<br />

democracia, o afirma el principio capital de<br />

materialismo: la imposibilidad abstracta <strong>del</strong> milagro. Y<br />

hay pleno derecho para hacerlo; pero, al hacerlo, se es<br />

dogmático. Sólo los cristianos aceptamos sencillamente<br />

las evidencias, mientras los racionalistas os cerráis a<br />

ellas, porque os lo impone vuestro credo. Pero sobre mí<br />

no pesa credo alguno en esta materia, y considerando<br />

con imparcialidad algunos milagros de los tiempos<br />

medios y modernos, me he convencido de que realmente<br />

han ocurrido. Todo argumento en contra acaba en un<br />

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