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La ultima morada. Zona Prohibida.

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

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encontraba Imh, guardando ese trozo en el bolsillo de su pantalón y atesorando el otro en su<br />

billetera.<br />

Desconectó también el balón de gas del calefón y el de la cocina, cargándolos en el triciclo. Antes<br />

de conducir de vuelta al refugio, pasó por el videoclub de Sulfito, no encontrando pistas de su<br />

amigo. Se encaminó de regreso a la guarida, bajo el frío sol del invierno, con todos estos preciados<br />

elementos, tomándole cinco horas llegar al escondite de los sobrevivientes. Repuso sus energías<br />

con un exiguo almuerzo, mientras los demás integrantes desocupaban su vehículo, y partió<br />

nuevamente a realizar la misión que María le encomendó horas atrás.<br />

Recorrió barrios residenciales que nunca había visto, decenas de casas idénticas e n aspecto, todas<br />

abandonadas. No perdería su tiempo revisando cada una de ellas, su meta era un sitio con<br />

mayores riquezas. Deambuló lentamente por fantasmales senderos, como si hace años los<br />

humanos no pusieran sus pies en esos terrenos, encontrando alguno que otro cuerpo sin vida, la<br />

mayoría muerto a golpes y algunos por el poder de sus propias armas. No conocía la comuna en<br />

que se encontraba, lo que dificultaba su cometido, hasta que divisó a lo lejos lo que parecía ser el<br />

logo de una gran tienda.<br />

Después de pedalear un buen rato, llegó a la tienda gigante. Si bien estaba completamente<br />

cerrada, alguien entró antes que él, agujereando parte de las cortinas metálicas que cubrían las<br />

puertas de vidrio del local, destrozando el cristal, permitiendo el paso de una persona de baja<br />

estatura o de un niño. Desprendió toda la cortina para poder ingresar al local con el triciclo,<br />

terminando de romper las puertas de vidrio, caminando en la oscuridad del local, vigilando<br />

posibles movimientos que pudieran producirse. <strong>La</strong> tienda también estaba abandonada.<br />

Encontró entre los artículos electrónicos una gran linterna auto-recargable, que sólo necesitaba<br />

ser agitada para accionar una dínamo en su interior, generando la energía necesaria para<br />

encenderla. Con ayuda de esta luz, recorrió cada uno de los pasillos de la tienda, cargando el<br />

triciclo con distintos tipos de comida: alimentos deshidratados, latas de conserva, cereales, entre<br />

otros. Después de rellenar el vehículo con comida, procedió a robar un bolso, el cual llenó con<br />

linternas alimentadas con pilas y auto-recargables, cerillas de fósforos y velas; adosándolo<br />

directamente en su espalda. Avanzó hasta el departamento de vestuario, desvalijando las bodegas<br />

de toda ropa que sirviera de abrigo para las frías noches de invierno que estaban pasando,<br />

encontrando una gran cantidad de sacos térmicos para dormir.<br />

Cuando el botín no pudo ser más cuantioso, Miguel abandonó el lugar, acompañado sólo por la luz<br />

de la luna menguante. Regresó pedaleando furtivamente, buscando los pasajes más angostos para<br />

avanzar desapercibidamente, escondiéndose junto al vehículo en las casas abandonadas por<br />

espacios no mayores a veinte minutos. Su travesía terminó después de 18 horas, llegando sano y<br />

salvo al refugio, siendo recibido con aplausos por los integrantes.<br />

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