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La ultima morada. Zona Prohibida.

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

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Al escuchar esto, Miguel recordó la impotencia que le causó no poder mover ni un dedo frente a<br />

Imh, cuando aún tenía los kozou dentro de su cuerpo. En caso de un nuevo enfrentamiento co n<br />

ella, eso no volvería a suceder, no lo permitiría. No obstante, no estaba realmente seguro de<br />

haberse librado completamente de las microscópicas máquinas, no tenía la certeza absoluta. <strong>La</strong><br />

herida de aquella batalla había sanado ya, pero el dolor de la impotencia se somatizaba en esa<br />

zona en particular.<br />

- ¡Maldito ojo! – exclamó Miguel, tapándose el atrofiado órgano con una mano.<br />

- Esa herida sanó bien, igualmente deberías cubrirla, imagino que con este frío debe dolerte<br />

mucho.<br />

- Duele un poco, no me causa muchos problemas – respondió Miguel, tapándose aún el<br />

orificio.<br />

- Si quieres, puedo improvisarte un parche – ofreció la mujer, intentando ayudar al<br />

muchacho.<br />

- No, no te preocupes. En serio.<br />

- No es preocupación. A parte de organizar el refugio, no tengo mucho más que hacer en el<br />

día. Además, no menosprecies nunca el efecto placebo de un parche. Herida que no se ve,<br />

duele menos.<br />

- Bueno, si no te incomoda… Respecto al tema de enseñarle artes marciales a los demás,<br />

está bien. Tienes razón, necesitamos que todos en el grupo sepan defenderse, de lo que<br />

sea, sobre todo por los niños del refugio, hay que cuidarles.<br />

- Y no sólo eso, sirve para cohesionarnos más, un poco de actividad física ayudará a relajar<br />

ciertos roces entre los integrantes del grupo, es difícil luchar contra tantos egos. Creo que<br />

eres parte importante de este refugio, tu ayuda ha sido grandiosa y creo que todos te<br />

tienen como un referente de fuerza y compromiso, quisiera que ayudaras a liderar a toda<br />

esta gente, con tu criterio y fortaleza.<br />

- Gracias por la confianza, María. No los defraudaré. Para mí es muy importante que<br />

estemos todos bien, más que mal, somos sobrevivientes, quizás cuantos de nosotros<br />

queden allá afuera.<br />

- Sí, quizás…<br />

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