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La ultima morada. Zona Prohibida.

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

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Los equipos alfa y beta salieron de las respectivas salas de electricidad con sigilosos pasos, pero no<br />

lo suficientemente cautelosos como para pasar inadvertidos por los jóvenes invasores, que<br />

estaban recostados entre los polvorientos tubos del cielo de los pasillos. El silencio era sepulcral,<br />

así como también la oscuridad, solamente se escuchaba la respiración agitada de los perturbados<br />

soldados, sus pesados pasos y las municiones de sus armas.<br />

<strong>La</strong> expectación de los militares les hacía exudar miedo, recorriendo sus cuerpos en conjunto con el<br />

sudor frío, humedeciendo el ambiente. Imh y Miguel habían bajado extremadamente el trabajo de<br />

sus metabolismos, apareciendo como siluetas opacas en los lentes infrarrojos de los soldados,<br />

mimetizándose con el frío de los metálicos tubos tras los cuales se escondían acurrucados. Hasta<br />

ese momento habían pasado desapercibidos, sólo debían esperar a que los soldados abandonaran<br />

la escena para ir a rescatar a Neilaress, todo hasta que se cometió un error. El primer error, y lo<br />

cometió quien menos se esperaba. Imh botó una mota de polvo endurecida que llevaba años<br />

pegada en la tubería en que estaba montada, enviándola directamente al casco de uno de los<br />

soldados, que levantó la vista hacia el cielo y vio una extraña forma, disparando sin ningún aviso,<br />

errando todos los tiros.<br />

- ¡Están arriba, están arriba! – gritaron los soldados al unísono, apuntando a los tubos,<br />

cubriéndose las espaldas los unos a los otros.<br />

Miguel, al escuchar los gritos y disparos, no recibiendo comunicación de parte de Imh, bajó<br />

desesperadamente de su escondite, golpeando rápidamente a sus adversarios como la muchacha<br />

le enseñó hace meses, dejándolos inconscientes antes de que pudieran reaccionar. Imh hizo lo<br />

mismo de su lado, atacando desde la oscuridad como una sombra, acallando las ráfagas de<br />

metralleta que le atacaran recién.<br />

- ¡Imh, Imh, responde!, ¿Estás bien? – interrogó Miguel a Imh, utilizando el vínculo mental<br />

de los kozou, preocupado por el tiroteo escuchado a lo lejos.<br />

- Sí, estoy bien, fue mi error. Boté un poco de polvo en el casco de uno de los soldados,<br />

encontraron mi escondite y me atacaron. Estaban tan exaltados que dispararon muy mal,<br />

los reduje sin problemas. Por cierto, buena forma de atacar, ni se dieron cuenta desde<br />

donde los golpeaban.<br />

- Gracias, fue fácil, sólo eran cuatro soldados – dijo Miguel, con modestia.<br />

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