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La ultima morada. Zona Prohibida.

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

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Los superiores del comandante también estaban al tanto de la situación, desde que se dieron<br />

cuenta de la situación anómala, por lo que el procedimiento a realizar estaba determinado de<br />

antemano. Debía encargarse del asunto del hospital, de manera rápida y que no dejara dudas, de<br />

eso dependía la no divulgación del inusual evento. Tomó el auricular y discó el número de la clínica,<br />

esperando que le respondieran prontamente.<br />

- Clínica Estatal Sao Paulo, usted habla con Adriana. ¿En qué puedo ayudarle? – respondió el<br />

teléfono, en portugués y con cordial voz, la recepcionista.<br />

- Buenas noches, Adr… Adriana. ¿Habla usted inglés? – tartamudeó Waterstone, en el<br />

idioma de la señorita.<br />

- Por supuesto. ¿Que desea, Señor…? – dijo Adriana, con perfecto acento británico, lo que<br />

sorprendió al comandante.<br />

- Waterstone. Soy el Comandante John Waterstone. Quisiera hablar con el director del<br />

hospital, para explicarle por qué retiramos a nuestros soldados de forma tan abrupta esta<br />

noche.<br />

- Oh, entiendo. Le comunicare directamente a su domicilio, ya que no se encuentra aquí en<br />

este momento. Espere en línea – contestó la recepcionista, procediendo a desviar la<br />

llamada.<br />

- Muchas gracias, Señorita Adriana – dijo Waterstone, despidiéndose.<br />

<strong>La</strong> espera telefónica fue corta. El director de la clínica estaba despierto y expectante por la extraña<br />

situación ocurrida unas horas antes. Se había comunicado con las autoridades militares brasileñas<br />

y le refirieron al comandante de operaciones Waterstone, el que debía llamarle para aclarar el<br />

hecho. Contestó el teléfono con presteza, identificándose en correcto inglés.<br />

- Buenas noches. Daniel Ferreira, de la clínica Sao Paulo, al habla. ¿Comandante…? –<br />

respondió exaltado el director.<br />

- Sí. Buenas noches, Señor Ferreira. Soy el comandante Waterstone. Quiero pedirle<br />

disculpas por la irregular situación ocurrida en su establecimiento esta noche; además de<br />

las camillas que dejamos botadas en el helipuerto – expresó el militar, con voz<br />

inquebrantable.<br />

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