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La ultima morada. Zona Prohibida.

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

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<strong>La</strong> policía internacional trató muy bien a los primerizos viajeros, no hallando problemas en<br />

ninguno de los documentos de estos, permitiéndoles el paso a la sala de embarque. Miguel no<br />

podía más con sus ansias, estaba emocionadísimo de poder volar en avión, no obstante, en su<br />

mente resonaba una idea miles de veces más interesante.<br />

- Pasaste piola 21 con tus documentos – susurró Miguel, que temía que la joven fuera<br />

descubierta en su engaño.<br />

- Obvio, elegí muy bien el lugar y la familia; además, los documentos fueron emitidos<br />

legalmente –respondió Imh, mentalmente, para no levantar sospechas o evitar ser<br />

escuchados hablando de la truculencia–. ¡Perdón por no hacer sonar la campanada!<br />

- No te preocupes. Si todo sale bien, debes pasearme en una de las naves de tus<br />

compañeros, quiero conocer cada uno de los planetas del sistema solar, en vivo, además<br />

del sol. ¿Me lo prometes? – pidió Miguel, redondeando los ojos como un gato pidiendo<br />

comida.<br />

- Te lo prometo. Es más, te llevare de paseo a Ioss, es lo menos que puedo hacer por ti. Así<br />

también puedes ayudarnos con nuestra mudanza – aceptó Imh, invitando al muchacho a<br />

su planeta.<br />

- ¡Genial! Me conformaba con conocer las cercanías nada más. Hasta el día de hoy, lo más<br />

lejos que conocía era mi universidad y, años atrás, la esquina de mi casa. ¡Me encanta<br />

conocer lugares nuevos! – explicó Miguel, imaginando todo lo que se venía por delante en<br />

su vida.<br />

- Sentémonos a esperar, queda un poco más de 20 minutos para abordar el avión, es muy<br />

complicado viajar al extranjero en la Tierra, casi frustrante.<br />

Miguel sacó su pequeño reproductor de música, repleto de archivos digitales bajados de forma<br />

ilegal del internet, para entretenerse los minutos previos al abordaje; Imh, en cambio, sacó de un<br />

bolsillo de su chaqueta un pequeño libro que halló en la casa de Miguel, que llevaba leyendo hace<br />

ya unos días de la forma más pausada que podía, disfrutando cada una de las palabras escritas.<br />

- Movilicémonos, Miguel. Es la hora de la verdad – ordenó Imh, levantándose de su asiento<br />

y guardando su lectura, al finalizar el tiempo de espera.<br />

21<br />

Piola: Desapercibido.<br />

225

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