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La ultima morada. Zona Prohibida.

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

¡La búsqueda ha terminado! Un grupo de viajeros extraterrestres ha arribado a la Tierra con intenciones desconocidas. Maravillados por la hermosura del planeta deciden descender a investigar; mientras, en el bosque Amazónico, el comandante de operaciones John Waterstone lidera un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos, pero todo sale mal para las dos partes involucradas... Por otra parte, Miguel ha confirmado el diagnostico de su enfermedad, sin saber que pronto cambiará todo en su vida. ¿Qué les depara el destino a estos seres? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Quienes son y de donde provienen? ¿Cómo y por qué cambiará la vida de Miguel?

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- ¿Por qué te sonrojaste?<br />

- ¡Que no sigas hablando de ese tema! – gritó Miguel, agarrándose la cabeza y azotándola<br />

en su escritorio, moviendo la pantalla de su computadora hasta casi hacerla caer.<br />

Y el tiempo siguió su curso. El día en que se dictó la clase de cierre de semestre, Miguel intentó<br />

abordar a Daniela en el pasillo de su facultad, siendo evitado por esta, sin dirigirle siquiera la<br />

mirada. El muchacho quedó completamente desmoralizado, regresando a su hogar con lentos<br />

pasos, bajo el nublado cielo de invierno, que amenazaba con romperse en cualquier momento<br />

como si fuera una gélida y cristalina cascada.<br />

De vuelta en su hogar le esperaban las dos mujeres, quienes habían cocinado sopaipillas pasadas y<br />

calzones rotos, para amenizar la cena de esa noche. Los siguientes días Miguel insistió en<br />

comunicarse con su esquiva amiga por todos los medios posibles, sin resultado alguno. Faltaba<br />

muy poco para que abandonara el país y no quería dejar problemas inconclusos, temas que lo<br />

desconcentrarían en la batalla que estaba a punto de iniciarse.<br />

Hasta que llegó la fecha. Miguel e Imh se levantaron de madrugada, cargando sus<br />

correspondientes bolsos de mano, además de una maleta en común, donde ordenadamente<br />

dispusieron la poca ropa que utilizarían en los Estados Unidos. Mirta madrugó tambié n, para<br />

despedir a los jóvenes, bendiciéndolos para que pudieran llevar a cabo su peligrosa misión sin<br />

arriesgarse innecesariamente. Debían estar en el aeropuerto antes de las 7 de la mañana, para<br />

pasar por el control de la policía internacional, partiendo su vuelo a las 8:45 a.m. Para llegar sin<br />

problemas de tiempo, los jóvenes llamaron a un taxi para que los llevara hasta el centro de<br />

Santiago, donde locomociones particulares embarcaban directamente a los viajeros al aeropuerto<br />

de Pudahuel. <strong>La</strong> mañana estaba fría, húmeda y el sol aún no mostraba sus débiles rayos invernales,<br />

que no aportaban nada a la extrema sensación térmica.<br />

Ya en el aeropuerto, que como todos los días se encontraba repleto de gente, los jóvenes<br />

comenzaron a hacer la fila para entregar su equipaje, 3 ítems en total, recibiendo el comprobante<br />

para su recuperación al momento de arribar al país norteamericano. Al terminar el trámite, Miguel<br />

se percató de una figura lejana que le hacía señas, como si le llamara. Era Daniela, quien había<br />

llegado hace horas al lugar, pernoctando en las bancas dispuestas frente a los portales de<br />

embarque para no tener que lidiar con la locomoción colectiva matutina y lograr hablar con<br />

Miguel antes de que este abandonara Chile. Miguel corrió en dirección de la muchacha, dejando a<br />

Imh sola esperando frente a los locales de ventas, parando frente a su huraña amiga.<br />

- ¡Dani! ¿Qué haces aquí?, ¿Cómo supiste que estaría en el aeropuerto si no hemos hablado<br />

en meses? – preguntó Miguel, no atreviéndose a acercarse a su amiga por miedo a que<br />

siguiera enfadada.<br />

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