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TRADICIONALISMO 137<br />
Sagradas Escrituras. Cristo mismo apeló a ellas<br />
repetidas<br />
veces para llevar al convencimiento de la verdad a sus<br />
más encarnizados enemigos. Ellas fueron el manantial<br />
inagotable, la palanca eficaz, la espada aguzada y el mar<br />
tillo<br />
quebrantador empleado por los creyentes de todos los<br />
tiempos contra quienes negaron por ignorancia,<br />
por conveniencia<br />
o por maldad la<br />
verdad única y santa de Dios.<br />
Esa palabra de Dios que, como Cristo afirma: "limpia*'<br />
el corazón. Esa palabra de Dios que, según David, es<br />
"lámpara en el camino de la vida". Esa palabra de Dios,<br />
a quien el profeta Jeremías hace semejante a la lluvia<br />
que fertiliza y al maná <strong>del</strong> cielo que alimenta. Esa palabra<br />
de Dios que permanecerá, aun cuando los cielos y la<br />
tierra<br />
pasaren, y seguirá siendo para todos la divina simiente<br />
arrojada a los surcos <strong>del</strong> mundo por la mano piadosa y<br />
dulce <strong>del</strong> Hijo de Dios.<br />
LA TRADICIÓN NO ESCRITA DEL ROMANISMO<br />
El <strong>romanismo</strong>, que sí admite como tradición la conservada<br />
por los documentos auténticos <strong>del</strong> Antiguo y Nuevo<br />
Testamento, mantiene, sin embargo, con la misma autoridad<br />
"la tradición no escrita". Según el <strong>romanismo</strong>. Cristo<br />
predicó a los suyos lo que estos escribieron y muchas<br />
otras cosas que no fueron escritas. Añaden que tales doctrinas<br />
recibidas como artículo de fe por los sucesores de<br />
los apóstoles, tienen el carácter de verdades dogmáticas<br />
y algunas consideradas de mucho más valor que las que<br />
se hallan escritas en el canon sagrado de las Escrituras.<br />
A tal punto llega la osadía <strong>del</strong> <strong>romanismo</strong> sobre el<br />
particular que no duda en afirmar lo siguiente: "La excelencia<br />
de la Palabra no escrita sobrepuja a la misma Es-