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ICONOLATRÍA 23<br />
oficial <strong>del</strong> imperio. Afluyeron a ella la inmensa mayoría<br />
de los fieles griegos y romanos llevando consigo el penoso<br />
fardo de su idolatría. Con ellos penetraron en los<br />
templos y en los hogares, en tropel tumultuoso, sus propias<br />
divinidades materializadas de cien mil formas diferentes.<br />
No todas, por supuesto, porque su número aproximado<br />
sobrepasaba al de 30-000, pero sí aquellas que<br />
por estar más cerca de su mente resultaron demasiado<br />
difíciles de olvidar. Dentro <strong>del</strong> ingente santoral romanista<br />
pueden descubrirse algunos personajes míticos correspondientes<br />
a los héroes, dioses y semidioses paganos.<br />
Con nombres diferentes, pero con hechos legendarios<br />
iguales o parecidos. Vestidos con ropajes distintos, pero<br />
conservando su vida y sus hazañas paralelas.<br />
Lo que ganó el cristianismo en poder lo perdió en espiriíuahdad.<br />
Cuando la Iglesia se injerta en la maquinaria<br />
complicada y no siempre sana <strong>del</strong> Estado, se repite<br />
siempre este hecho lamentable. La religión necesita aires<br />
de libertad, para poder dar y hallar su expresión legítima.<br />
Al uncirse al carro <strong>del</strong> Estado ha de marchar forzosamente<br />
por la senda que el Estado determine, pKjrque,<br />
a pesar de todo, la fuerza <strong>del</strong> poder civil acaba siempre<br />
por encontrar alguna forma de imposición. No es que la<br />
fe carezca de potencia, sino que ésta se desvirtúa y desvaloriza<br />
viviendo a la sombra y al amparo <strong>del</strong> Estado. Ya<br />
lo declaró Cristo: "Dad a Dios lo que es de Dios y al<br />
César lo que es <strong>del</strong> César", indicando que el camino <strong>del</strong><br />
Estado y él de lá Iglesia deben permanecer totalmente<br />
independientes sin interferirse en sus intereses peculiares.<br />
Pór lo general, las religiones oficiales tienen siempre<br />
las alas cortadas o recortadas, por lo menos, y en la mayoría<br />
de los casos dejan de ser sal y luz de la tierra para<br />
marchar al compás de las pasiones y criterios humanos.<br />
Si algo podemos desear a la religión, sea esta cual fuere.