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CONFESIONISMO 171<br />
de él confesando sus pecados"... al aire de la tarde,<br />
apuñalados de dolor, para que el viento los llevase a Dios,<br />
y <strong>del</strong> cielo descendiese el maravilloso perdón divino como<br />
desciende la luz de las estrellas sobre las sombras tupidas<br />
de la noche.<br />
Y esta fue también la actitud <strong>del</strong> gran apóstol Pedro,<br />
en aquel famoso día de Pentecostés, cuando frente<br />
al pueblo congregado en la ciudad santa de Jerusalén:<br />
gritaba: "Arrepentios y bautícese cada uno de vosotros<br />
en el nombre de Jesucristo, para perdón de sus pecados/'<br />
Y como tres mil almas que escucharon su voz bajo aquel<br />
cielo inmenso y en aquel día glorioso, sintieron el dolor<br />
tremendo de su pecado y lo confesaron, no a Pedro sino<br />
a Dios, en silencio o a gritos, recibiendo el perdón, la paz y<br />
el poder <strong>del</strong> Espíritu Santo, no de labios de Pedro, sino<br />
de labios <strong>del</strong> mismo Dios a quien sus mentes invocaron<br />
y sus almas se entregaron.<br />
Y lo mismo sucedió con el apóstol de los gentiles Pablo,<br />
cuando en Efeso, dice el libro de los Hechos que,<br />
algunas almas acudieron a él no en demanda de su perdón,<br />
porque a Pablo no le habían ofendido, sino en c/emanda<br />
<strong>del</strong> perdón de sus pecados y Pablo, que nada tenía<br />
que perdonarles y nada les perdonó, también les<br />
predicó<br />
"el arrepentimiento, para perdón de pecados . .<br />
." el<br />
arrepentimiento para con Dios capaz de obtener el perdón<br />
de Dios.<br />
Si queremos oir otra confesión, probablemente la más<br />
inquietante de todas y la que más tardíamente acudió,<br />
como una necesidad, al corazón de un pecador, tendremos<br />
que aproximarnos a la cima <strong>del</strong> Calvario, para oir de labios<br />
de uno de los<br />
malhechores, justamente condenado a<br />
morir en la Cruz, sus palabras llenas de fervor y de esperanza,<br />
al mismo tiempo que de justo reproche contra<br />
sí mismo . . . Allí es donde acertamos a comprender no