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12 CLAUDIO GUTIÉRREZ MARÍN<br />
Al pie de la montaña sagrada, el hormiguero humano:<br />
el pueblo israehta recién vestido de libertad. El enjambre<br />
todavía no acostumbrado a formar su propia colmena<br />
ni a extraer de los cálices abiertos <strong>del</strong> jardín de Dios, el<br />
néctar suficiente para fabricar el panal exquisito de su<br />
propia nacionalidad. El pueblo de israel, errante en su<br />
gran aventura dé los desiertos. El pueblo hebreo ungido<br />
de mañana nueva sobre el valle escondido y agreste. El<br />
pueblo cobarde y audaz contemplando aterrorizado el milagroso<br />
consorcio divino y humano: Dios y Moisés, allá<br />
en la inmensidad <strong>del</strong> espacio abierto y sin fin.<br />
Cuando terminó la redacción <strong>del</strong> Decálogo y se paralizó<br />
el punzón de hierro de Moisés, el gran caudillo descendió<br />
hacia el pueblo en un descenso lento y penoso, abrazando<br />
contra su corazón las dos Tablas de piedra donde<br />
el pensamiento y la voluntad de Dios acaban de quedar<br />
grabados para siempre . .<br />
Moisés, todavía desde la altura, contempló el<br />
horizonte<br />
cerrado <strong>del</strong> valle y distinguió la masa informe <strong>del</strong> pueblo,<br />
pero cuando se halló más cerca sintió el inmenso dolor<br />
de haber descendido hasta él. Sus ojos abiertos todavía al<br />
resplandor de la luz divina descubrieron la antorcha encendida<br />
de una gran fiesta pagana. Sus oídos despiertos<br />
aún por el restallar de la tormenta sobre la cumbre <strong>del</strong><br />
monte se sintieron heridos por la algarabía retozona de<br />
cientos de alaridos musicales que herían la<br />
frente <strong>del</strong> sol.<br />
El pueblo cantaba y bailaba. Los pies, en madejas alocadas,<br />
tejían sobre el manto <strong>del</strong> valle un mosaico de locura<br />
en torno a la figura diabólica <strong>del</strong> buey Apis, el mismo<br />
dios que contempló en Egipto la agonía <strong>del</strong> pueblo<br />
hecho esclavo por los hijos <strong>del</strong> Nilo. El becerro de oro.