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Kathrin Buhl y Claudia Korol (Orgs.) - Fundação Rosa Luxemburg

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en nuestro país. Pero hay que señalar también, que se asistía -particularmentedesde los inicios del nuevo siglo- a una construcción incipiente de nuevasformas de acción colectiva, las cuales empiezan a adquirir ribetes nuevos,que no se expresan necesariamente en lo que se ha denominado clásicamentecomo movimientos sociales. Por lo tanto, podemos sostener, que ha habidoun desplazamiento de las formas de organicidad colectivas tradicionales, a loque algunos autores denominan la redes o colectivos, como expresiones másacordes a las realidades de participación en nuestro país y donde los jóvenesaparecen como un actor relevante.Habría que señalar que cuando hablamos de desplazamiento, nos estamosrefiriendo a una serie de hechos a nivel mundial que emergen durante el siglo XIXque posibilita la emergencia del movimiento social más característico o clásico,nos referimos al “movimiento obrero”, que al tenor de los cambios producidos enlos años ‘60 es desplazado por lo que se conoce como “Nuevos Movimientos Sociales”,cuestión que en los finales de los ochenta y principios de los noventa cedeel paso a los denominados “Novísimos Movimientos Sociales” (Feixa; Saura yCosta, 2002). Ese desplazamiento se manifiesta también, en el motor que da movimientoa estos movimientos. De esta forma, para algunos, pasamos de reivindicacionessituadas en lo económico y en transformaciones macro societales (típicodel movimiento obrero) a reivindicaciones situadas en lo cultural, o en lo quealgunos llaman las luchas por la identidad (Laraña, 1994). Para otros, estamosen presencia de una vuelta a las cuestiones estructurales matizadas de cuestionesculturales (Feixa; Saura y Costa, 2002).Por otra parte, actualmente y para el caso particular de Chile, la represiónno reviste necesariamente tintes tan represivos con las características que semanifestaron durante la dictadura 78 , sino que nos vemos enfrentados a un nuevotipo de represión que vamos a denominar “represión simbólica” llevada a cabopor los medios de comunicación, principalmente la televisión y la prensa escrita,que han contribuido a construir una mirada de ciertos sujetos y acciones reivindicativascomo nuevos “bárbaros o monstruos sociales”, y donde la violencia –ocierto tipo de ella- utilizada por estos para visibilizarse, dado los procesos de invisibilizaciónque se han instalado o mejor dicho perpetuados desde la dictadura,aparece o es leída como una “violencia sin sentido”, construyendo una otredadmarcada por el estigma.Estos elementos que se han señalado serán trabajados con mayor profundidada continuación.78 La excepción a esto lo constituye la persecución a que se ha visto el pueblo mapuche, particularmente sus dirigentes, loscuales ha sido hostigados y perseguidos; acusados de terroristas, cuestión que ha llevado al Estado Chile a la aplicación dela ley antiterrorista, cuestión que ha sido criticada por los organismos internacionales de derechos humanos.110

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