desde los espacios de poder, han ido construyendo ciertos imaginarios que en nada ayudana entenderlos este tipo de situaciones, sino que, al contrario, a partir de la construcciónde ciertos estereotipos publicitados por los medios y, porqué no decirlo, por ciertosestamentos de la sociedad, no hacen más que estigmatizar a estos sectores, los cuales sevan convirtiendo en perfectos extraños para segmentos relevantes de nuestra sociedad,cuestión que no provocaría problemas, ya que todos podemos y somos extraños en algúnsentido, más aún en nuestras grandes ciudades, sino que el problema se da, cuando, a estosextraños se les adjetiva como peligrosos, violentos, delincuentes, terroristas entre otrascosas. De esta manera, se les encapsula bajo el eje de la desviación o desadaptación socialy por lo tanto, se ubica a los sujetos y ciertas prácticas, como cuestionables para el ordensocial imperante en cuanto subversivas y fuente de peligro y riesgo.Esto ha provocado, la instalación de una serie de “barreras de contención” paraalcanzar niveles de seguridad, entre ellas: intentos de penalizar el graffiti, la detenciónpor sospecha que si bien está derogada, aún se aplica especialmente con jóvenes de sectorespopulares y estudiantes bajo la denominación ahora de “control de identidad” y lainstalación de la nueva ley de responsabilidad penal, que rebaja la edad de los adolescentescomo sujetos que tienen discernimiento a los 14 años, cuestiones que nos lleva apreguntarnos si no estamos asistiendo a la construcción de un Estado penal.Por otra parte, hay que señalar que en nuestro país no podemos decir que haymovimientos sociales en el sentido clásico del concepto. Lo más parecido a la concepciónclásica, es el movimiento u organización que tienen los mapuches (aunquequizás ellos renieguen del concepto). Entonces, ¿qué tenemos? Lo que hay son orgánicasreferidas a temáticas específicas que no alcanzan a constituirse en movimientossociales. Esto ha sido una característica de los procesos de movilización actuales ennuestro país. Por lo tanto, para analizar los movimientos sociales, hay que volversobre el concepto o categoría que se está utilizando, ya que existe la impresión que,por lo menos para el caso de nuestro país, la definición más tradicional no da cuentade las nuevas formas de manifestaciones que se da la sociedad civil en estos momentos.El caso emblemático es la movilización de estudiantes secundarios del 2006 ola actual movilización de personas por el dictamen del Tribunal Constitucional queprohibió la distribución de la píldora del día después.Del mismo modo, hemos asistido en los últimos años a una serie de movilizaciones,algunas con ciertas características nacionales, pero que están restringidas aespacios más acotados de lucha sin ninguna coordinación con otros espacios. Quizásel único caso destacado reivindicativo – y que paradojalmente fue llevada a cabo porjóvenes-, fue la movilización de los estudiantes secundarios quienes pusieron el temade la calidad de la educación y también llamaron la atención sobre ciertos enclavesdejados por la dictadura militar en esa área, como es la Ley Orgánica Constitucionalde Educación (LOCE).Por otra parte, hay que señalar que las últimas movilizaciones de características sindicales,sólo han estado remitidas a espacios reivindicativos propios. Es cierto que han levantado130
demandas de carácter nacional, como es el caso del ingreso mínimo, que se fue tomado por laiglesia y llevado al plano ético para demandar y discutir un “sueldo ético” o las reivindicacionespor una mejor educación de calidad, que sumó a otras organizaciones a este tema (padres yapoderados, colegio de profesores), pero que se ha diluido en cuando fue “capturado” por lainstitucionalidad –como ocurrió también con “el sueldo ético- y no generando nuevas movilizacioneso demandas sobre estos aspectos (hay algunos atisbos). Entonces, se asiste a luchasreivindicativas más particulares, como es el caso de los trabajadores subcontratados del cobre,los de la salud, los de las salmoneras o los deudores habitacionales, los cuales, una vez aceptadassus demandas o entrando en procesos de negociación se repliegan, constituyéndose enuna modalidad de movilización que se sumerge y emerge en determinados momentos.Estas movilizaciones son tan particulares, que no tienen comunicación con otrosespacios de demandas sociales; no hay ningún grado de coordinación o apoyo. Esto sepuede ver, por ejemplo, en la lucha de los trabajadores subcontratados del cobre, de lostrabajadores en las plantas de producción de salmón, o en la misma lucha de los mapuchesen el sur, los cuales no se conectan con otros procesos reivindicativos. Ahora, habríaque señalar que en estos momentos, no se cuenta con un gran espacio de agrupamientosindical como lo fue la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en épocas anteriores, sinoque esta se ha diluido en pequeñas fuerzas sindicales con reivindicaciones particulares.¿Es esto bueno o malo? Ni si, ni no, pero ponen de manifiesto las nuevas formas de organizacióny de construir participación política y de agenciar movimientos.Esto debilita los procesos de constitución de orgánicas de movimiento másduraderas. Esto es, al parecer una constante que se comienza a dar y por lo tanto undato a considerar, dado que ya no se puede esperar tener fuertes movimientos a lausanza clásica, sino esperar luchas más de carácter micropolítico.Sin embargo, esta situación que podría se leída como una perdida de capacidad dela sociedad civil de manifestarse a partir de lo que se conoció como movimientos socialesen Chile, puede y debe ser leída en otro registro, ya que precisamente las expresiones demovimientos sociales de carácter más sostenido, ya no se articulan necesariamente sobrecontenidos llamados “clásicamente políticos” como ha ocurrido en nuestro país hasta finalesde los 80’s, sino, que estamos frente a un escenario donde emergen temáticas antesinvisibilizadas, como son los derechos étnicos y de las minorías sexuales, los intentos a lavez integradores y contraculturales de los jóvenes, las luchas contra la discriminación de géneroy la destrucción del medio ambiente, entre otras prácticas discursivas, que representanejercicios micropolíticos de producción de la realidad social y que tienen un alto grado deconvocatoria, aunque habría que señalar que estas son esporádicas o episódicas 86 .Respecto del tema de la represión, hay que señalar, que en Chile si bien ya notenemos violaciones flagrantes a los derechos humanos, salvo en el caso del pueblo86 El 23 de abril, producto del dictamen del tribunal constitucional que declaro como ilegal la distribución pororganismos públicos de la píldora del día después, se produjeron marchas que lograron en el caso de Santiago congregara 15.000 mil personas, cuestión que no es posible hacer con otras convocatorias en el registro de la políticamás tradicional.131
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