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Kathrin Buhl y Claudia Korol (Orgs.) - Fundação Rosa Luxemburg

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II.- MOVIMIENTOS SOCIALES, REPRESIÓN YCRIMINALIZACIÓNPara nadie es extraño, que hoy en día se asiste cada vez con mayor fuerza a laimplementación de medidas de carácter punitivo que tienen como fin criminalizar unaserie de problemas sociales que por supuestos se dejan de lado o se invisibilizan parahacerse cargo de un cierto discurso que se ha instalado en la sociedad asociado a la (in)seguridad ciudadana, cuestión que ha llevado a ciertos sectores de nuestra sociedad–paradójicamente esta es una solicitud transversal- ha solicitar cada vez mayor “manodura” con la delincuencia por ejemplo, o cualquier manifestación que rompa los marcosnormativos de nuestra sociedad, bajo el discurso de poner en peligro la “salud dela sociedad” o el funcionamiento normal del sistema social (Bauman 2005). De estaforma, asistimos a la emergencia de un discurso con un fuerte contenido higienista, depureza y control social, cuestión que nos lleva directamente al tema del (des)orden.Quienes aparecen como objeto predilecto y causa de este desorden y porqué nodecirlo, de la contaminación o de la suciedad que se comienza a instalar en nuestrasociedad, son particularmente los pobres, los jóvenes y acciones de corte reivindicativoque se manifiestan por la precariedad de las situaciones (políticas, económicas,culturales o sociales) que tienen que enfrentar los sujetos que participan en este tipode acciones. Así, éstos aparecen a los ojos de los ‘higienistas y buscadores de la pureza’como transgresores de cualquier orden, incontrolables y por consiguiente, sujetosque pueden clasificarse como ‘sucios’, ‘agentes contaminantes’ en cuanto se estructurancomo sujetos ilógicos –transgresores-, ya que no se encuentran en los lugaresque se suponen deberían estar según los buscadores de la pureza y el orden, lo queprovoca que éstos tensionen y dejen al descubierto la fragilidad normativa existenteya que traspasarán las fronteras establecidas con invitación o sin ella, convirtiéndoseen agentes peligrosos para el orden social.De esta forma, se asiste a la construcción de un sujeto que se puede etiquetarcomo “desechable”, o mejor dicho es un “sujeto residuo”, y a un Estado y sociedad –ocierta parte de esta- que intenta protegerse de estos sujetos instalando más políticasde control y más cárceles. Esto supone un análisis por parte de ciertos segmentosde nuestro país, en relación a entender que la única forma de contención de ciertossegmentos societales transgresores (jóvenes, pobres, los trabajadores precarizados,entre otros) es la construcción de un Estado cada vez más fuerte en sus políticas decontrol social; un Estado penal, policial, de seguridad, que intenta de alguna formaaislar físicamente estos “desechos de la sociedad” (Wacquant, 2001).Un dato no menor de este proceso, es que precisamente el Estado actualmentese tiene que enfrentar en el ámbito del resguardo del orden –una de sus funcionesprincipales- a un discurso en el cual éste aparece disminuido en esa capacidad;aparece también como incapaz de dar protección contra las inseguridades que se115

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