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Kathrin Buhl y Claudia Korol (Orgs.) - Fundação Rosa Luxemburg

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Allí evolucionaron la “protección del estado” y las “medidas preventivas” (o sea, no lapersecución de crímenes cometidos sino la actuación policial previa a los crímenes),que llegaron a ser los puntos claves de las actividades estatales.Sobrepasa las posibilidades de este aporte mostrar detalladamente los pasos deevolución del aparato represivo y de la criminalización (y sus posibilidades) por partedel estado. Es importante subrayar que al correr los años setenta, la autoridad policialfederal (Bundeskriminalamt, Oficinal Federal de crímenes), se convirtió en la autoridadde registro de datos más importante de toda Europa, y que fueron creados comandosy unidades especiales de la Policía Federal, que estuvieran a disposición paramanifestaciones futuras. Con la promulgación de § 129a en 1976 y con la instituciónde la Fiscalía General Federal, había surgido un aparato de seguridad con una rígidaorganización centralizada. Éste podía ejercer poderes ejecutivos no controlados, almenos durante un tiempo, sin la participación del parlamento y las autoridades policialesde los estados, y sin tener que declarar el estado de emergencia.En 1977 el desarrollo descripto culminó en lo que después sería recordado como“Otoño Alemán”. La réplica a la escalada de las acciones de la RAF en 1976/77 (secuestroy asesinato del procurador general Buback, del bancario Ponto, del presidente de laasociación de empresarios Schleyer, como también la intención de atentado de misil ala Fiscalía General en Karlsruhe), fue una especie de estado de emergencia durante seissemanas, con bloqueos de información, redadas por todo el país, bloqueo del contactoentre 70 detenidos, limitación o derogaciones de los derechos a un abogado defensor yde la libertad de prensa. Se sumó la difamación de los “colaboradores intelectuales delterrorismo” que afectó a personajes conocidos del campo liberal-democrático, y tambiénincluyó a periodistas críticos. En octubre murieron los tres líderes (Enslin, Baader,Raspe) de los primeros tiempos de la RAF en la prisión de alta seguridad en Stammheim.Sin embargo, casi nadie se atrevió a tomar partido en público, o directamentecuestionar la teoría oficial del suicidio de los presos.3. Confrontaciones militantes en los años ochenta: la generalizaciónde la lucha “antiterrorista” (§ 129a) y la escalada de accionespoliciales en manifestacionesNi las confrontaciones sociales y políticas, ni la expansión del “estado de seguridad”en los años setenta, se pueden reducir al conflicto entre el poder estatal ylos grupos de la “lucha armada”. Los años setenta en general fueron “años agitados”.Los movimientos sociales organizaron ocupaciones, las defendieron, y lucharon porcentros juveniles autogestionados. Organizaron campañas contra los aumentos de losprecios del transporte público, luchas laborales más radicales, y las primeras manifestacionesen contra de las centrales nucleares, que más tarde se convertirán en unpunto clave de los movimientos sociales radicales. Especialmente estos movimientos213

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