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El-Sistema-penitenciario-salvadoreño-y-sus-prisiones

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<strong>El</strong> sistema <strong>penitenciario</strong> <strong>salvadoreño</strong> y <strong>sus</strong> <strong>prisiones</strong><br />

La adopción de políticas que favorecen el uso discriminado de la cárcel y limitan la<br />

aplicación de medidas alternas ha provocado una importante desproporción entre la<br />

cantidad de ingresos y egresos de personas al sistema <strong>penitenciario</strong>, situación que mantiene<br />

en permanente saturación al sistema carcelario. <strong>El</strong> continuo ingreso de personas al sistema,<br />

principalmente pandilleros, se ha agudizado durante el último año como resultado del<br />

nuevo esquema de endurecimiento adoptado por el actual Gobierno, algo que puede llevar<br />

a colapsar en el corto plazo las cárceles, especialmente luego que una reciente sentencia de<br />

la Sala de los Constitucional declaró a las pandillas como agrupaciones terroristas.<br />

La evidencia empírica y la evolución de la situación delincuencial han mostrado que<br />

el aumento en el uso de la prisión y la aplicación de condenas prolongadas no ha sido un<br />

mecanismo disuasivo para la comisión de ilícitos y la reducción de la criminalidad. Entre el<br />

2000 y el 2015 la población privada de libertad pasó de 7800 a 31 148 personas, es decir, ha<br />

crecido en un 400 %, lo que ha llevado a que la mayor parte de penitenciarias experimenten<br />

gravísimos niveles de sobrepoblación. Incluso, durante el último año se registra una tendencia<br />

al incremento en el uso del régimen de encierro especial en el Centro de Zacatecoluca con lo<br />

que, probablemente, se superará su capacidad instalada. <strong>El</strong>lo advierte sobre la vulneración a<br />

los principios de excepcionalidad, proporcionalidad y temporalidad que rigen la aplicación<br />

de este régimen especial.<br />

Esta tendencia es particularmente preocupante, dado que en <strong>El</strong> Salvador la cárcel<br />

ha jugado un rol determinante en la evolución de la criminalidad, en tanto las dinámicas<br />

delincuenciales que se gestan dentro de la prisión han tenido una fuerte influencia en la<br />

actividad criminal que ocurre fuera de la cárcel. Un ejemplo ilustrativo de ello ha sido<br />

la evolución de la extorsión, delito que se masificó y cobró complejas formas, luego del<br />

encarcelamiento masivo de pandilleros en las cárceles, pues al interior de la prisión se<br />

vislumbró como un mecanismo de búsqueda corporativa de recursos que han subsidiado en<br />

buena medida las necesidades de los pandilleros que se encuentran presos.<br />

Tal y como señala Lessing (2015), con el aumento del encarcelamiento se incrementa<br />

la violencia en la calle, debido a que las estructuras delincuenciales que operan en la cárcel<br />

se consolidan y terminan imponiendo su poder a los grupos delincuenciales en la calle.<br />

<strong>El</strong>lo no ha sido responsabilidad exclusiva de las administraciones penitenciarias, sino de los<br />

legisladores, el sistema judicial y de la sociedad en su conjunto, que buscan reiteradamente<br />

resolver el problema de la seguridad principalmente con la cárcel. Al respecto, es<br />

fundamental que todas las instancias del sistema de justicia se articulen para privilegiar<br />

mecanismos alternos al encierro al momento de imponer sanciones, de lo contrario será<br />

muy difícil lograr reducir la sobrepoblación carcelaria y <strong>sus</strong> consecuencias.<br />

Sin embargo, es importante señalar que aunque las reformas al sistema de justicia y al<br />

sistema <strong>penitenciario</strong> son necesarias y urgentes, no dejarán de ser paliativos en un sistema<br />

que excluye de los beneficios sociales y económicos a grandes sectores de la población. La<br />

reducción sostenible de la delincuencia requiere que el Estado adopte políticas sociales que

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