Plan de Manejo Regional para el Manatí de las Indias Occidentales

No existen cálculos de población actuales. En 1993, un estudio realizado a partir de sondeos en
barco/helicóptero y una serie de entrevistas a pescadores concluyó que la población de manatíes de
Trinidad no superaba los 100 ejemplares (Amour 1993). En 1991, un sondeo aéreo de las zonas del Río
North Oropouche y el Pantano de Nariva registró pruebas de la presencia de cuatro manatíes, y un
sondeo en barco posterior descubrió indicios de que los manatíes se habían estado alimentando (Seddon
1992). El Subcomité de Manatíes de la asociación Trinidad and Tobago Field Naturalists’ Club inició
una investigación sobre la distribución de los manatíes en 1993 y calculó que hay aproximadamente
entre 25 y 30 manatíes en la costa este de Trinidad (UNEP 1995). Más recientemente, Khan (2002)
señaló que se observan menos de 30 manatíes anualmente en las aguas de la costa este. Nathai-Gyan y
Boodoo (2002) informaron que la misma población de manatíes (entre 20 y 30 ejemplares) habita el Río
Nariva. Indicaron que esta población es sustentable y que ha producido cuatro nacimientos desde 1996.
Sin embargo, la población de manatíes de Trinidad es relativamente pequeña en comparación con la de
otros países.
Los manatíes migran a causa de los cambios estacionales del nivel del agua, dado que estos afectan la
disponibilidad de alimentos y la salinidad del agua. Es probable que migren entre Venezuela y Trinidad
y entre los sistemas fluviales locales y las bahías costeras (Khan 2002). Nathai-Gyan y Boodoo (2002)
señalaron que los manatíes migran hacia el Océano Atlántico en la costa este.
2.20.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Los planes de desarrollo a largo plazo y su gran impacto en la hidrología y ecología de la zona
amenazan las poblaciones de manatíes de Trinidad. Este impacto se produce por el drenaje de pantanos
y humedales, la construcción de represas, la filtración de pesticidas en las napas subterráneas, la
contaminación del agua, la tala de los manglares, y la excavación, el dragado y la actividad maderera en
el Río North Oropouche (Hislop 1985, Seddon 1992, Amour 1993, Boyle y Khan 1993, Nathai-Gyan y
Boodoo 2002). La construcción de esclusas y canales en los sistemas fluviales ha bloqueado el acceso
para las poblaciones locales de manatíes y, posiblemente, aisló a dos poblaciones en el Pantano de
Nariva (Boyle y Khan 1993). Esto podría ser perjudicial para el flujo genético de una población que ya
es reducida y vulnerable.
El Pantano de Nariva, que constituye el principal hábitat de los manatíes en Trinidad, también sufre el
problema constante de los incendios que provocan los agricultores, cazadores y pescadores para quitar la
vegetación. La mayoría de las veces, los incendios se descontrolan debido a los fuertes vientos que
provienen de la costa, por lo que se destruyen valiosos hábitats (Nathai-Gyan y Boodoo 2002). El
Pantano de Nariva también se ve afectado por el uso de prácticas agrícolas inadecuadas. Miles de
hectáreas convertidas en campos de arroz emplean sistemas de irrigación instalados en forma ilegal y
descargan agua salada en el hábitat de los manatíes (Nathai-Gyan y Boodoo 2002).
La búsqueda de petróleo es intensa en las costas sur y este de Trinidad. El aumento de la búsqueda de
petróleo puede dañar a los manatíes, dado el tráfico de lanchas y la contaminación que afectan la calidad
del hábitat. Asimismo, es posible que los manatíes sean susceptibles al ruido que producen el tráfico de
las embarcaciones a motor, la actividad sísmica y la búsqueda de gas y petróleo (Khan 2002).
Ha habido casos de manatíes que quedan atrapados accidentalmente en redes en el Río North Oropouche
(Hislop 1985, Khan 2002), el Río L’Embranche (Boyle y Khan 1993, Khan 2002), la región del Pantano
de Nariva del Río Nariva (Boyle y Khan 1993, Khan 2002, Nathai-Gyan y Boodoo 2002), el Río
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