La Cerdanya - vall de Pi

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La Cerdanya
Centenares de luces, dentro de sus faroles, con tonos pálidos, encarnados, verdes,
amarillentos, violetas claros, y naranjos de cadmium, se reflejaban en líneas ondulantes
y perfiles aplastados en la quieta superficie y cada punto luminoso llevaba su brillante
color reproducido en arrogante cola que por doquier le seguía con centelleo
vibrante en la ondulación del agua... (...) De aquel silencio absoluto salieron (...) suavísimos
ecos entonando la invocación al cisne del Lohengrin. (...) la luz de las estrellas
entre la oscuridad imponente era el mejor escenario que jamás tuvo la creación de Wagner.
(...) Una claridad diáfana surgió en medio del estanque y entre la pálida luz se vio
aparecer el Lohengrin “en persona”. (Los petardos) volaban como una fuga de estrellas
y lanzaban sus colores verdes y violáceos en gotas de fuego, algunos al explotar derramaban
por el cielo una cascada de desmayadas luces... (...) y por un momento bañaban
el paisaje nocturno de tonos inverosímiles y contrastes de escenografía teatrales...
(...) salió disparado en inmenso abanico un volcán espantoso que inundó el horizonte
de llamas, reflejadas siempre en el lago como un incendio colosal y terrorífico... Así
acabó la hermosa fiesta del estanque.
Santiago Rusiñol
La Vanguardia
La primera festa
de l’Estany, 1886
[de D. Baixeras]
La festa de l’estany
Querol, a un quart de Puigcerdà, i em desperten de
matinet grans exclamacions i rialles de mos fills.
Demano per la causa d’aquells alegroris... i em diuen
que és la neu. —Neva? —Sí, papà, neva”.
“Home de terres baixes”, com ell mateix es bateja,
no pot deixar de lloar el paisatge de tota la contrada i
sortir a trepitjar la neu com si d’un nen es tractés. Anà
vers la Vila, la qual, per la neu que queia, “tot just l’arribava
a albirar com a través d’un vel de mussolina
sens fi, que anava desenrotllant-se de dalt a baix. Els
horts, escalonats del puig que la vila corona, semblaven
poblats de fruiters florits... I nevava, nevava, nevava
silenciosament”.
Triples y cuádruples y quíntuples líneas de faroles de colores lo circundaban, colgando
de un árbol a otro, siendo verdaderas guirnaldas de frutas de fuego (...) la juventud ceretana,
agolpándose a las puertas de los palacios que rodean el estanque, cantaba el
“Himne cerdá”, puesto en música por Sánchez Gabanyac, escrito con sorprendente inspiración
por el poeta catalán Francisco Matheu (...).
Una multitud inmensa (...) abriéndose difícilmente paso por entre ella los coches
fantásticamente iluminados de las principales familias de Cerdaña y las dos carrozas de
la Agricultura y de la Industria, admirable y artísticamente arregladas por Santiago Rusiñol
y Antonio Fabrés (...) los hoteles y chalets que se levantan en aquestos contornos,
todos pródigamente iluminados y todos ofreciendo (...) grata hospitalidad a la colonia
veraniega (...) colonia en que los más altos y preclaros timbres de la nobleza catalana
se confunden y codean con los príncipes de la industria y el comercio, y todos con los
próceres de las letras y de las artes, representados hoy aquí por escritores y poetas
como Francisco Matheu, Narciso Oller, Silvino Thos, Celestino Barallat, y por artistas y
pintores como Fabrés, Rusiñol, Borrell, y Lorenzo Masriera.
Víctor Balaguer
Fiestas de Puigcerdá
Carrers puigcerdanesos contemplats d’altra manera
per M. Dolores Serrano a Crónicas de las fronteras, perquè
veu que “el centro de Puigcerdà es un hervidero de vehículos
que aparcan y desaparcan, de gente que entra y
sale, compra y vende, come y se refresca, mira y compara.
Aquí se venden todas las cosas inimaginables y aun
algunas que jamás hubiera imaginado que se pudieran
vender, y mucho menos comprar”. Potser per tot això,
Josep Vallverdú es pregunta a Els rius de Lleida “quanta
gent hi ha a Puigcerdà a l’estiu? Diversa i multiforme,
rica i pobra, però tota vagarejadora, tota badoquejadora,
tota compradora... francesos de sandàlia i mitjons, de
dona rabassuda i vermellosa..., alemanys de calça curta,