2. l'inter~s perla llengua catalana - Reial Acadèmia de Bones Lletres

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objeto la historia sagrada y profana, pero entretexiendo con los assumptos de
ésta algunas de las tres philosophías, natural, moral y política, y otras de eloqüencia
y poesía, assí para formar con la variedad más plausibles las assambleas
academicas, como para atraer a la joven nobleza con los últimos, instruirla con
los segundos e irla inclinando a la sólida aplicación con los terceros.
El marqués de Risbourcq, entonces capitán general de aquel Principado,
manifestó particular satisfacción de este literario establecimiento y no menos de
varios papeles que, a su insinuación, se le presentaron, dio repetidas veces
assumptos y admitió el empleo de su presidente, en cuya calidad assistib en
alguna academia (y aún en la de abril 1711, que, celebrándose con distincción de
las regulares, se franqueó la entrada a la nobleza militar y política); y, respecto
de que sus graves ocupaciones y quebrantada salud no le permitían la personal
asistencia en todas las mensuales assambleas, nombró por su vice-presidente al
conde de Perelada. Y, aviendo passado este a la corte de vuestra magestad,
encargó el regimen de la Academia al padre maestro Agustin Minuart, de la
religión de san Agustín, con el carácter de director, en el qual sucedió por su
muerte don Antonio de Ameller, abad de Besalú, y por la de este el marqu& de
Llió, que la regenta durante la ausencia del conde de Perelada, a quien eligió la
Academia por presidente, después del fallecimiento del marques de Risbourq.
Entre los muchos papeles que se han trabaxado, hay gran parte de puntos
históricos pertenecientes a aquel Principado, evidenciándose en varios de ellos
errores comúnmente recibidos en las historias. El zelo de la Academia a la
manifestación de la verdad, al bien de la patria y de toda la monarchía y al
servicio de vuestra merced, la resolvió a la empresa de una historia general de
Cathaluña y a dirigir los assumptos a este fin, singularmente a puntos
concernientes y posteriores a la invasión mahometana, porque sólo desde este
tiempo se descubre nueva luz en los documentos authenticos y otras noticias
respetables que ha hallado su aplicación.
Estáse ya trabaxando: empieza por el siglo octavo, insinuándose solamente y
como en epítome lo que ha ocurrido en los antecedentes, a fin de no defraudar
al lector de una idea general histórica de Cathaluña desde su población. El
méthodo que se sigue es ir relacionando los echos sensillamente, con poca o
ninguna detención en la variedad de opiniones, que suelen truncar el hilo de la
historia. Pero, para que el curioso o el que la busque por estudio no inutilize su
esperanza, se resumen a la margen los papeles acad&nicos que los tratan y
resuelven, con las citas que incluyen. Y en los puntos más substanciales se pondrán,
a la fin de cada libro, las disertaciones enteras y los instrumentos justificativos
que, en sus respectivos lugares, se indicarán por números para la facilidad de un
prompto hallazgo.
Necesita, señor, esta obra de incessante aplicación y, como los académicos
la tienen generalmente en su proprios empleos y destinos, fuera conducente