2. l'inter~s perla llengua catalana - Reial Acadèmia de Bones Lletres

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hallaríamos seguramente la reprobación de esta práctica digna de reforma,
introducida con gravamen de los revisores y estorvo de aceptar un cargo tan
complicado en la excución de sus funciones; y lo confirma el que tiene contra sí
la seguida por nuestros antepasados, que reducían sus censuras al escrito en
media aja y, a veces, quartillo de papel, formándolas a modo de notas o addi-
ciones marginales.
De esta importante reforma, entiende el zelador resultarían muy favorables
efectos y, principalmente, se cortarían todas las ocasiones de parcialidad y
emulación más proprias de escuelas destinadas a la instrucción de la juventud
que de Academias formadas de veteranos en la carrera literaria; a lo que se
añade la reflexión que el titulo de académico se hace apreciable por lo quc
facilita y proporciona a un literato el comunicar con otros de su clase las luces
adquiridas en la dilatada carrera de sus esrudios, templando con estas
concurrencias los desagradables efectos que le causan los obstrusos y nada amenos
a que por su profesión debe dedicarse; si semejante aliciente siwe a muchos de
excitarlos a sacrificar algunas horas de descanso en obsequio de la Academia,
les retraherá de continuar luego que observen que, con su trabajo y vigilia, se
procuran medios para ohir como delante de una asamblea de sabios se descubren
SUS inadvertencias o reprueban sus opiniones, sea con suavidad o sin ella. [...] El
resultado de estas producciones, por lo regular, es la obstinación en las opiniones,
efecto del amor propio, introducirse el espíritu de partido y abandonar el trabajo
literario y caer la Academia en la inacción, pronósticos de su ruina.
En vista de todo, hace presente el zelador que, para el bien y utilidad de la
Academia, convendría que se prescribiese para las censuras un método breve,
sencillo y uniforme, sin personalizar ni hacer mención en ellas del autor de la
obra que se censura, sea en seguida o no, de la lectura de aquella, presindiendo
de hacer mérito de haber el autor de la obra averiguado la verdad de las noticias
hisróricas o ignorarla, de si ha escrito según las reglas o sin ellas, sí únicamente
ocuparse el revisor en manifestar a la Academia lo que opina sobre el punto del
día; es decir, que la censura no debe recaer con relación al autor y al papel que
le ha precedido, sí unicamente al asunto de que se trata en el.
De lo que concluye el zelador puede adoptar la Academia el método insinuado:
a más de conseguir con mayor facilidad el fin que se propone en las censuras,
evitaría desazones y molestias a los revisores, animaría a los socios a dedicarse
al cumplimiento de sus encargos en adelantar la historia de Cataluña y aseguraría
su estado permanente. El tomar resolución sobre el particular es, en la actualidad,
de la mayor importancia para la Academia.