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CAPÍTULO IV
El eros, la muerte, la memoria
1. LA TEXTUALIZACION DE LA MEMORIA
Habíamos dicho en la primera parte de este trabajo que la poética de El mundo
de las evidencias -en tanto lectura del mundo y en tanto escritura poética- se
configura en un ámbito delimitado por los códigos de representación y por los lenguajes
de una tradición literaria que Jara asume como propios; allí encuentra sustento
su misma subjetividad poética, pues el yo que habla en los poemas se había
construido a partir de una exclusión sistemática de todo lo vivido existencialmente.
En los ciclos posteriores, el encuentro con la cotidianidad desencadenó nuevas formas
de representación del yo poético, en permanente gesto de desdoblamiento irónico,
y una forma también nueva de relacionarse con el lenguaje (tanto en el senti-
do de sistema abstracto -la lengua- como en el de los lenguajes vivos, el idioma). En
esos textos aparece también un reconocimiento del otro y de los otros, ya no como
prolongaciones del propio yo que no hacen sino asegurar su propia individualidad -
que es, por ejemplo, la forma de representación de la hija en la «Balada»- sino como
alteridad, como discontinuidad que niega la centralidad absoluta del sujeto y que le
devuelve a sus propios límites. En sollozo por pedro jara, ese otro -el hijo- que el
poeta deseaba prolongación de sí mismo y de su propia «palabra», se rebela y
proclama su autonomía, en un gesto que es simultáneamente proclamación de su
muerte. Ese gesto es una revelación del límite, pues el deseo de una infinita
progresión de sí mismo y de su Palabra se enfrenta y estalla en ese otro que ya no
reconoce: proliferación de las palabras, ajenidad indomesticable del lenguaje librado
a su propia legitimidad, y en cuyo centro abismal asecha el silencio.
In memoriam y Alguien dispone de su muerte son poemas en los que más
abiertamente Jara emprende un reencuentro con lo vivido. En ambos, una intensa
modulación narrativa (referencias anecdóticas, esbozos de personajes, reconstruíción
de ambientes, apuntes de diálogos) sostiene la recuperación de lo vivido; la
memoria y su textualización en los poemas persiguen insistentemente una reconciliación
del yo con su historia personal. Los dos poemas son una tentativa de recomponer
la validez y preeminencia del yo, resistiéndose a su fragmentario discurrir en
la vertiginosa sucesión de la temporalidad. En ambos poemas hay una tensión interna
no resuelta en la tentativa de postular la unicidad de un yo coherente y conti-