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María Augusta Villtimilla<br />
Identidad perdida, laberinto de espejos<br />
Este segundo movimiento de El mundo de las evidencias está marcado po<br />
una tensión irresoluble entre el yo y el mundo, la «conciencia empecinada en opo<br />
nerse al mundo que es su imagen» es la fuente de donde provienen las condicione<br />
que marcan la existencia humana: la soledad, la certeza de la finitud y de la muer<br />
te, la estructura fragmentada de la propia subjetividad. En el centro de esas eviden<br />
cias, la conciencia del tiempo es la certeza primera y fundamental que se despren<br />
de del enfrentamiento entre el sujeto y el mundo, y la que alimenta a todas las de<br />
más.<br />
Saberse un ser sometido al tiempo, a su fluir lineal y sucesivo, y con él a l<br />
finitud y al acabamiento, induce al poeta a la búsqueda de un registro temporal dis<br />
tinto, en el que el yo subjetivo pueda ser uno con el universo y en el que la existen<br />
cia individual se conjugue y se disuelva en la intemporalidad cósmica. En la poesí<br />
de Jara Idrovo hay una poética del tiempo -una lectura poética del tiempo- orien<br />
tada a evadirse del flujo temporal, ya sea por remisión a un tiempo anterior -el tiem<br />
po cósmico de la naturaleza- sustraído a la sucesión lineal y al devenir (que es e<br />
intento de su poética de la analogía), o por la irrupción de instantes privilegiados d<br />
máxima intensificación vital que abren un acceso, aunque sea momentáneo, a l<br />
experiencia de la eternidad.<br />
Las islas Galápagos configuran ese espacio mítico, puro estado de naturale<br />
za, ajeno al tiempo sucesivo, incontaminado de historicidad: «en las islas, en form<br />
primitivamente espontánea, el hombre antes que vivir en la naturaleza, vive la na<br />
turaleza (...) Por eso el tiempo se le aparece como algo exterior a él, nunca com<br />
ingrediente entitativo. Se trata, pues, de un tiempo externo y cíclico, del menos tem<br />
poral de los tiempos».44<br />
Con el regreso al continente sobreviene «la ruptura del cordón umbilical qu<br />
[le] permitía latir al unísono con el mundo». La emergencia del tiempo conciencial<br />
opuesto al tiempo cósmico de las islas- provoca la ruptura de la conjunción armó<br />
nica de conciencia y universo: «tiempo que nos mina desde dentro y ratifica nues<br />
tra menesterosidad esencial. A partir de allí concebí el tiempo como una suerte d<br />
pecado original; como expiación de la conciencia por el extravío de su unidad con e<br />
mundo».45<br />
La nostalgia por un tiempo irrecuperable, anterior a la ruptura del hombr<br />
con el mundo y consigo mismo, se refugia en otro espacio mítico: la infancia. E<br />
«Destellos de una infancia solitaria» Efraín Jara construye en la niñez un espacio d<br />
inocencia primigenia -semejante al estado de naturaleza de las Galápagos- en el<br />
44. «Confidencias preliminares», p. 15.<br />
45. Ibídem. p. 17.