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20 María Augusta Vintimilla
ción entre el mundo y la conciencia, entre la naturaleza y el yo, entre la eternidad y
el instante. Entre la materialidad ensimismada del universo, y la acuciante punzada
de la conciencia hay una zona de frontera que es la carnalidad. El cuerpo es el lazo
que nos mantiene atados al cordón umbilical de la poderosa turbulencia de la naturaleza.
El erotismo, la sexualidad, el amor, la sustancia carnal de lo humano, la apetencia
nunca satisfecha por la otredad, son en la poesía de Jara, el territorio de una
vasta exploración poética en la que confluyen y se entrecruzan las otras constantes
de su poética: el tiempo, la muerte, la tensión irreductible entre la conciencia y el
mundo.
No es posible evadirse del tiempo sucesivo donde «todo es aniquilación incesante»,
pero experiencias extremas como el erotismo, la fiesta, el juego, la poesía,
provocan la fulguración de un instante sin duración ni continuidad que escapa a
la corriente temporal y engendran la intuición momentánea de la eternidad, del
tiempo, del origen y la comunión total con el mundo. Así, la forma de abolir la temporalidad
histórica, lineal, sucesiva, es una poética del instante, que no encuentra
sustento en el pensamiento racional, sino en la afirmación de la carnalidad, en la
presencia del cuerpo y de la palabra que lo nombra.